Los altos niveles de endeudamiento generan enormes preocupaciones en cualquier gobierno, pero sobre todo en países en vía de desarrollo, donde una situación de cesación de pagos limitaría el acceso a nuevos créditos y por ende, se desfinancian programas sociales críticos que dependen de este tipo de recursos.
En las últimas tres décadas, Argentina ha sido el país de Latinoamérica con mayores dificultades para asumir el pago oportuno a sus acreedores, declarándose en “default” o cesación de pagos, en más de una ocasión.
La deuda Argentina alcanzó en 2021 el 80.93% del PIB, cifra que parece escandalosa, pero aun así se encuentra lejos del país con la mayor deuda pública del planeta: Japón. En contraste, la nación asiática cuenta con unas finanzas “saludables” y parece no tener mayores dificultades ante semejante escenario, siendo que su deuda pública de $9.2 billones de dólares, representa el 266% de su PIB.
Para entender estas diferencias, basta con explicar cómo hace Japón para sostener un endeudamiento tan grande sin entrar en default. Lo primero es analizar la razón para llegar a tan descomunal cifra de deuda.
Japón lleva mucho tiempo impulsando el gasto interno, ya que ciudadanos y empresas son culturalmente reacios a consumir en exceso y el estado frecuentemente se ve obligado a “gastar por ellos”. Es una gran diferencia con la cultura consumista estadounidense y en general, del continente americano.
Takeshi Tashiro, investigador principal no residente en el Instituto Peterson de Economía Internacional, dijo a la BBC, que en Japón: “Los ahorros privados son enormes y la inversión insuficiente, lo que implica una debilidad crónica de la demanda”.
“Esto a su vez requiere de estímulos del gobierno”. “Una de las causas de este problema es la demografía de Japón. Su población es muy longeva”, lo que aumenta los costos de la seguridad social y la atención médica del Estado, explicó Tashiro al diario inglés.
La mayoría de países del mundo, colocan su deuda en los mercados internacionales en forma de bonos, pagan una rentabilidad, y de esa manera financian gastos de sectores esenciales como educación, salud, defensa, entre otros.
La razón por la cual la deuda del país asiático ha sido sostenible a largo plazo y no ha caído en “default”, es el “good will” (buen nombre) que se ha ganado a pulso por el buen manejo de sus finanzas públicas, generando confianza a los inversores.
En economía se sabe que la confianza cuesta y Japón pasa factura a través del pago de bajos rendimientos a quienes compran sus títulos de deuda pública: “menor rendimiento a cambio de mayor seguridad”. Argentina por el contrario, debido a sus negativas calificaciones de riesgo e inestabilidad económica, tiene que pagar altas rentabilidades a los tenedores de sus bonos. Es decir, Japón se endeuda “barato” mientras el país sudamericano lo hace al mayor costo.
Aunque no parezca, Argentina no es el país con más defaults en Latinoamérica, varias naciones de la región lo superan ampliamente:
Venezuela y Ecuador han tenido 11; Brasil 10; Costa Rica, México, Perú y Chile con 9; y Argentina 8. España es el país que encabeza el ranking mundial con 14 defaults.
La gran diferencia es que mientras en las demás naciones los impagos de deuda son cosa del pasado, en Argentina es una realidad que se repite hasta épocas recientes.