Apple es sin duda alguna un jugador clave en el sector tecnológico mundial, y las dos superpotencias, Estados Unidos y China, parecen tenerlo muy claro, al punto de convertir al gigante tecnológico en una pieza fundamental de la “nueva guerra fría” que mantienen estas dos naciones.
La empresa cofundada por Steve Jobs es por valor de mercado la compañía que cotiza en bolsa más grande del mundo.
El diario estadounidense Wall Street Journal informó hace unos días que el gobierno chino está prohibiendo el uso del iPhone y otros dispositivos de marcas extranjeras a los trabajadores del gobierno central. Otro importante medio de comunicación, Bloomberg, afirmó que dicha prohibición también podría extenderse a otras entidades respaldadas por el gobierno.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas de China, alrededor de 56,3 millones de trabajadores urbanos estaban empleados por “unidades de propiedad estatal” en 2021.
Apple actualmente envía aproximadamente 230 millones de teléfonos inteligentes a nivel mundial cada año, entonces, 56 millones sería una proporción notable que perdería la compañía.
Huawei Technologies lanzó un nuevo teléfono inteligente que, según se informa, ofrece una velocidad similar a la 5G, a pesar de la prohibición estadounidense sobre el tipo de chips avanzados que normalmente se necesitan para dichos dispositivos. El nuevo modelo llamado Mate 60 Pro se agotó en cuestión de horas y ya ha acumulado pedidos pendientes. También se lanzó convenientemente justo antes de la esperada presentación por parte de Apple del nuevo iPhone 15.
Los recientes acontecimientos son el último desafío que Apple ha enfrentado en China que ahora representa el 19% de los ingresos totales de la compañía en el período de 12 meses que finalizó en junio.
iPhone sigue siendo el negocio más grande de la marca de la manzana y representa el 52% de sus ingresos. Irónicamente, eso convierte a Apple en un blanco relativamente fácil en la guerra económica entre Estados Unidos y China.
Estados Unidos ha promulgado severas restricciones a los envíos a China de chips avanzados y tecnología relacionada. Por su parte, China también ha implementado otros castigos para las empresas estadounidenses, como negar la aprobación de importantes fusiones y adquisiciones, obstaculizando los planes de crecimiento de las principales empresas de semiconductores estadounidenses, como Qualcomm.