Stephanie Pope, recientemente nombrada jefa de aviones de Boeing, ha destacado la importancia de un “momento crucial” para la compañía, subrayando la necesidad de reconstruir la confianza de los reguladores y mejorar la reputación tras la crisis del 737 Max. Su nombramiento forma parte de una revisión directiva más amplia en la compañía, que también incluye la salida del director ejecutivo Dave Calhoun a finales de este año.
En una carta dirigida al personal, la jefa de aviones enfatizó la importancia de poner la seguridad y la calidad en primer lugar, prometiendo escuchar activamente al equipo y responder a sus comentarios. Planea reunirse con el equipo para implementar un plan de mejora de seguridad y calidad en las próximas semanas.
Este cambio en el liderazgo se produce después de un incidente en enero, donde un tapón de puerta explotó en un vuelo de Alaska Airlines debido a la falta de cuatro pernos en el panel de la puerta, según un informe preliminar de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB). Desde entonces, los reguladores han estado presionando a Boeing para realizar mejoras profundas después de encontrar problemas de calidad en una auditoría de los procesos de fabricación del 737 Max.
El administrador de la FAA, Mike Whitaker, ha expresado preocupaciones sobre las prioridades de la empresa, afirmando que han sido más de producción que de seguridad y calidad. Whitaker dio a Boeing 90 días para desarrollar un plan de acción integral que aborde los problemas sistémicos de control de calidad.