El gobierno de Estados Unidos ha dado un paso significativo en sus esfuerzos por reforzar la industria de semiconductores en su territorio, al anunciar una inversión de $6.600 millones en Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).
Este acuerdo, sellado el lunes, tiene como objetivo principal la construcción de tres fábricas en Arizona, en respuesta a la creciente preocupación por la dependencia extranjera en la fabricación de chips avanzados.
El presidente Joe Biden destacó la importancia estratégica de esta iniciativa, enfatizando que Estados Unidos ha visto una disminución drástica en su capacidad de producción de chips, pasando de representar casi el 40% de la capacidad mundial a apenas el 10%. Esta vulnerabilidad no solo tiene implicaciones económicas, sino también preocupaciones en materia de seguridad nacional.
TSMC, el mayor fabricante de chips semiconductores del mundo, ha sido elegido como socio clave en este proyecto. Además de los $6.600 millones en fondos gubernamentales, la compañía también recibirá alrededor de $5 mil millones en préstamos gubernamentales para respaldar la construcción de estas instalaciones de vanguardia.
El presidente de TSMC, Mark Liu, calificó esta inversión como “sin precedentes” y subrayó que entre sus clientes estadounidenses se encuentran algunas de las principales empresas tecnológicas del mundo. Estas nuevas fábricas no solo contribuirán a asegurar un suministro nacional de chips, sino que también ofrecerán empleo a miles de personas, tanto directa como indirectamente.
Las tres fábricas planificadas no solo representan un hito en la inversión extranjera directa en Arizona, con una inversión total de $65 mil millones, sino que también se espera que generen alrededor de 6,000 empleos tecnológicos de alta remuneración y más de 20,000 empleos indirectos en sectores como la construcción.
En palabras de Gina Raimondo, secretaria de Comercio de Estados Unidos, esta iniciativa representa un paso adelante para fortalecer la resiliencia de la cadena de suministro nacional, marcando la primera vez que Estados Unidos fabricará a gran escala los chips semiconductores más avanzados del mundo en su propio suelo.