El expresidente Donald Trump volvió a sacudir el tablero económico con declaraciones que reafirman su política comercial proteccionista. En una reciente entrevista telefónica con NBC News, Trump defendió con firmeza los nuevos aranceles del 25% sobre todos los vehículos fabricados fuera de Estados Unidos, y aseguró que no le preocupa en absoluto que los precios de los automóviles importados aumenten.
“No me importa en lo más mínimo. Espero que suban los precios, porque si lo hacen, la gente comprará coches estadounidenses. Tenemos muchos”, afirmó Trump con su estilo habitual, desafiando las advertencias de economistas y líderes internacionales que temen efectos negativos para el comercio y los consumidores.
El expresidente fue enfático: los fabricantes que produzcan en territorio estadounidense no se verán afectados. “¡Felicitaciones! Si fabrican su auto en Estados Unidos, ganarán mucho dinero. Si no, probablemente tendrán que venir a Estados Unidos, porque si fabrican su auto aquí, no hay aranceles”, explicó.
Trump negó haber pedido a los directores ejecutivos del sector automotor que no trasladen el impacto a los consumidores. “Me da igual que suban los precios, porque la gente va a empezar a comprar coches fabricados en Estados Unidos”, reiteró.
Aranceles permanentes y sin excepciones
Al ser consultado sobre la duración de estas medidas, Trump fue categórico: “Absolutamente, son permanentes, claro. El mundo ha estado estafando a Estados Unidos durante los últimos 40 años y más. Y lo único que estamos haciendo es ser justos, y francamente, estoy siendo muy generoso”.
Según fuentes de la Casa Blanca, las autopartes extranjeras también serán gravadas con un 25%, incluso si los vehículos se ensamblan en suelo estadounidense. Sin embargo, los productos que cumplan con las reglas del Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) recibirán un trato especial hasta que se establezcan las reglas definitivas.
Poco interés en la reacción global
La decisión ya ha generado críticas de aliados clave como Japón y Canadá, cuyos mandatarios han calificado los aranceles como “injustificados” y un obstáculo para la cooperación económica. No obstante, Trump minimizó el impacto internacional y aseguró que solo reconsiderará las medidas si otros países ofrecen “algo de gran valor” a cambio.
Mientras los mercados observan con atención, el expresidente apuesta todo a una estrategia nacionalista que prioriza la producción local, sin importar el ruido que genere fuera de sus fronteras.
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