Cuando la mayoría de los gigantes tecnológicos apenas sobreviven al sacudón macroeconómico, IBM parece haber encontrado su fórmula para desafiar la adversidad.
La compañía reportó ganancias ajustadas por acción de $1.60, por encima de los $1.40 esperados, e ingresos por $14,540 millones frente a los $14,400 millones previstos. Si bien el beneficio neto cayó a $1,060 millones, desde los $1,610 millones del año anterior, la reacción inmediata del mercado fue de entusiasmo. Sin embargo, las señales de advertencia no tardaron en aparecer.
Jim Kavanaugh, director financiero, explicó que IBM aceleró sus esfuerzos de productividad y se mostró más cauteloso con su división de consultoría. Arvind Krishna, CEO de la empresa, defendió la estrategia basada en nube híbrida e inteligencia artificial como clave en “un entorno donde los clientes buscan socios confiables, ahorro de costos y velocidad para escalar”.
Los ingresos por software subieron un 7% hasta $6,340 millones, mientras que la consultoría aportó $5,070 millones, ligeramente por encima de lo proyectado. La unidad de infraestructura, aunque cayó un 6%, superó expectativas con $2,890 millones.
Además de cerrar su adquisición de HashiCorp por $6,400 millones, IBM anunció la compra de DataStax. Todo esto, mientras el Nasdaq caía 14% y las acciones de IBM subían 11%. “Nadie es inmune a los aranceles del presidente Trump”, advirtió Kavanaugh, aunque señaló que menos del 5% del gasto de IBM depende de importaciones.
Krishna lo resumió con frialdad: “La incertidumbre puede hacer que los clientes se detengan. Y eso ya se empieza a notar”.
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