Con raíces en las comunidades migrantes de Chicago y más de 20 años en Perú, el nuevo papa León XIV ha despertado un fervor inédito entre fieles que ven en él un contrapeso espiritual al endurecimiento de las políticas migratorias de Donald Trump.
Su nombre no fue una casualidad: al adoptar el título de León XIV, envió una señal clara de continuidad con León XIII, defensor de la dignidad humana en tiempos de desigualdad. “Esa es la enseñanza social católica”, recordó el padre Brendan Curran, quien también creció en el sur de Chicago.
El sacerdote explicó que esta doctrina reconoce el derecho a migrar, pero también la obligación de los países de regular sus fronteras “con justicia y misericordia”. Esa tensión está más viva que nunca con la ofensiva migratoria de Trump, quien ha desmontado programas como CBP One y el Estatus de Protección Temporal, además de acelerar deportaciones cuestionadas por falta de debido proceso.
León XIV, antes conocido como Robert Francis Prevost, nació en suelo estadounidense y es hijo de un padre francés y madre española. Su experiencia como misionero en Perú —donde fue obispo en Chiclayo y construyó albergues para migrantes— lo convirtió, según Evelin Maroldt, en “básicamente un inmigrante estadounidense en Latinoamérica”. Maroldt, venezolana radicada en Chicago, afirmó tener “grandes expectativas” en él: “Si él sabe lo que se siente, podría ayudarnos”.
Un liderazgo con raíces latinas y mirada global
Chicago ya fue epicentro del debate migratorio en 2022, cuando llegaron más de 50,000 migrantes trasladados desde Texas. Las autoridades colapsaron ante la demanda de refugios y servicios. Daniel Flores, inmigrante peruano, cree que “tenemos una línea directa, sobre todo con los peruanos de Chicago”.
Aunque el papa aún no se pronunció oficialmente, su hermano John reveló al New York Times: “Sé que no está contento con lo que está pasando con la inmigración. No creo que se quede callado”. También señaló que León XIV “no encaja en ningún molde”. Votó tanto en primarias demócratas como republicanas, se opone al aborto y a la enseñanza sobre identidad de género, pero defiende a los inmigrantes.
Kaitlyn Reznicek lo resumió así: “Somos la Iglesia de Cristo. No somos un grupo político”. Su hermana Megan añadió que tener un papa que entienda la política estadounidense y a la vez tenga visión internacional es “crucial para la unidad de la Iglesia”.
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