Una simple publicación en redes sociales fue suficiente para que los mercados entraran en alerta. Sin previo aviso, el presidente Donald Trump anunció el fin de todas las conversaciones comerciales con Canadá, encendiendo las alarmas sobre una posible escalada arancelaria que podría costar miles de millones.
La drástica decisión fue en represalia por el impuesto digital impuesto por el gobierno canadiense a las grandes empresas tecnológicas. “Debido a este atroz impuesto, por la presente damos por terminadas todas las negociaciones comerciales con Canadá, con efecto inmediato”, escribió Trump, añadiendo que en los próximos siete días anunciará los nuevos aranceles que Canadá deberá pagar para comerciar con Estados Unidos.
El golpe llega en un momento en que ambas naciones mantenían una de las relaciones económicas más importantes del planeta, con un intercambio que superó los $900,000 millones el año pasado. Pero desde que Trump regresó al poder, las tensiones se han intensificado. El presidente incluso ha sugerido que Canadá debería ser anexado como el estado número 51, mientras reinstauraba aranceles sobre acero, aluminio y automóviles.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, confirmó que no ha tenido contacto con Trump desde su investidura y señaló: “Seguiremos llevando a cabo estas complejas negociaciones en el mejor interés de los canadienses”.
La reacción del mercado fue inmediata: el dólar canadiense cayó más del 0.5% y la bolsa cerró con una baja de 0.2%. Empresas como General Motors y Canada Goose Holdings también sufrieron pérdidas.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, adelantó que se podría iniciar una investigación bajo la Sección 301, la misma herramienta utilizada contra China, que permite aplicar aranceles a países considerados hostiles al comercio justo. “Esperábamos, como muestra de buena voluntad, que la nueva administración de Carney al menos frenara eso durante las negociaciones comerciales. Parece que no lo han hecho”, lamentó Bessent en CNBC.
Canadá tenía previsto iniciar el cobro del impuesto digital este lunes. Aunque fue aprobado hace un año, su implementación se retrasó. Según el Departamento de Finanzas canadiense, las empresas tecnológicas deberán pagar un 3% sobre ingresos anuales generados por usuarios canadienses que superen los $14.6 millones. Gigantes como Meta, Alphabet y Amazon están entre los afectados.
Un portavoz de Amazon declaró: “Estamos decepcionados por la decisión del gobierno canadiense de implementar un impuesto discriminatorio que perjudicará a los consumidores canadienses”. La medida también ha sido criticada por compañías más pequeñas como Uber y Etsy.
Las reacciones internas en Canadá no se hicieron esperar. Goldy Hyder, del Consejo Empresarial de Canadá, instó al gobierno a retirar el impuesto y retomar el diálogo: “Canadá debería presentar una propuesta inmediata para eliminar el DST a cambio de la eliminación de los aranceles de Estados Unidos”.
El ministro de Finanzas, Francois-Philippe Champagne, insinuó la posibilidad de renegociar el impuesto digital como parte de un nuevo paquete comercial. Sin embargo, la postura inflexible de Trump y la presión de grupos empresariales estadounidenses podrían torpedear cualquier intento de reconciliación.
Las represalias podrían extenderse más allá del ámbito fiscal. En el G-7, Trump y Carney habían acordado avanzar hacia un acuerdo a mediados de julio. Hoy, ese entendimiento pende de un hilo.
Con el reloj corriendo y las amenazas arancelarias en el horizonte, lo que comenzó como un debate tributario podría escalar en una tormenta comercial de consecuencias imprevisibles.
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