El martes, un movimiento inesperado sacudió al gigante de bebidas y alimentos más emblemático de Estados Unidos. Una firma con historial de activismo financiero volvió a encender el debate sobre la estructura de las grandes multinacionales y la presión sobre sus directivos. Mientras el mercado reaccionaba con cautela, los analistas comenzaron a proyectar posibles escenarios que podrían redefinir el futuro de PepsiCo.
El desafío de Elliott y la respuesta del mercado
Elliott Investment Management reveló que ha tomado una participación cercana a $4,000 millones en PepsiCo, convirtiéndose en uno de sus principales accionistas. El activista envió una carta a la junta directiva proponiendo una reestructuración profunda: refranquiciar el negocio de embotellado, revisar el portafolio de marcas y ofrecer planes más concretos para recuperar el valor perdido. Según Elliott, estas medidas podrían disparar el precio de las acciones más de 50%.
Los números reflejan la urgencia. La capitalización de mercado de PepsiCo se redujo a $200,000 millones, muy lejos de los $270,000 millones alcanzados en mayo de 2023. El contraste con Coca-Cola es evidente: tras completar su propia refranquicia en 2017, su valor de mercado roza los $300,000 millones, con acciones en máximos históricos.
Una batalla que revive viejas tensiones
El director ejecutivo de PepsiCo, Ramón Laguarta, afirmó que la empresa “valora el diálogo con los accionistas” y se mantiene confiada en su estrategia, que incluye inversiones en productividad y reposicionamiento de marcas. Sin embargo, distribuidores familiares que llevan generaciones embotellando Pepsi aseguran que “nunca habían vivido un peor momento para la marca”, según reveló el prestigioso diario The Wall Street Journal.
PepsiCo enfrenta un dilema que recuerda intentos pasados de activistas como Nelson Peltz, quien buscó sin éxito dividir bebidas y alimentos hace una década. Hoy, con Elliott presionando y el negocio de alimentos en Norteamérica desacelerado, el debate vuelve con fuerza.
Para la comunidad latina en EE. UU., donde Pepsi y marcas como Lay’s y Doritos forman parte del consumo cotidiano, cualquier reestructuración podría impactar directamente en los precios y la disponibilidad de productos básicos. En un escenario de inflación y sensibilidad al gasto, los cambios que busca Elliott no solo afectarán a los accionistas, sino también a millones de hogares hispanos que dependen de estas marcas en su día a día.
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