Un reportaje completo de CNN reveló el drama que vivieron cientos de trabajadores durante una redada masiva de ICE en una planta de Hyundai en Georgia. Más de 500 agentes federales, estatales y locales irrumpieron en las instalaciones, dejando 475 detenidos y generando escenas de confusión, con empleados obligados a formar filas mientras oficiales armados revisaban documentos.
El impacto se sintió con fuerza en la comunidad latina. “Invadieron el lugar y detuvieron a todos, sin importar quiénes fueran”, relató Camila, una migrante venezolana. Luz Dary Suárez contó que su esposo le dijo por teléfono: “Tengo todo en orden, no tengo por qué apresurarme”, pero aun así fue arrestado. Mauricio, otro trabajador, afirmó: “No aceptaron ningún documento, dijeron que nada era válido”.
Aunque el gobierno indicó que la mayoría de los detenidos eran surcoreanos —más de 300—, las historias de latinos detenidos pese a contar con permisos válidos desataron indignación. James Rim, presidente de la Asociación Coreano-Americana del Sureste de Georgia, exigió que “su situación se gestione legalmente y que sean respetados”.
Para las familias hispanas, la redada trajo un mensaje de miedo: incluso quienes tienen solicitudes de asilo o permisos vigentes pueden ser tratados como delincuentes.
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