Las grúas y camiones comenzarán a transformar el paisaje del condado de Goochland, Virginia, en los próximos meses. Allí, Eli Lilly levantará una planta que promete ser un punto de inflexión para su producción farmacéutica. No se trata de una expansión menor: la compañía aseguró que invertirá $5,000 millones en este nuevo sitio que busca responder a la creciente demanda de tratamientos innovadores.
La farmacéutica ya había anunciado en febrero un plan aún más ambicioso: destinar al menos $27,000 millones a cuatro nuevas plantas en Estados Unidos, una cifra que se suma a los $23,000 millones invertidos desde 2020.
La instalación se enfocará en ingredientes activos para fármacos contra el cáncer y enfermedades autoinmunes, con especial énfasis en los llamados conjugados de anticuerpos y fármacos, terapias que combinan precisión biológica con potencia química. Parte de la producción que actualmente se realiza en Europa se trasladará a Virginia.
El nuevo complejo no solo promete medicamentos más avanzados, sino también empleo: Eli Lilly estima la creación de más de 650 puestos permanentes, además de 1,800 vinculados a la construcción. La empresa implementará inteligencia artificial y aprendizaje automático en el proceso para garantizar eficiencia y seguridad en la producción.
Este movimiento no ocurre en el vacío: coincide con la presión del presidente Donald Trump para repatriar la fabricación de fármacos mediante amenazas de aranceles a productos importados. Según un vocero de la misma compañía, la decisión estuvo más ligada a la política fiscal de EE. UU. que a los aranceles.
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