El debate sobre la seguridad económica de Estados Unidos vuelve a encenderse, y esta vez el epicentro son los semiconductores, piezas invisibles pero vitales que sostienen desde los teléfonos hasta los autos eléctricos. En medio de un panorama global cada vez más tenso, el presidente Donald Trump ha lanzado una propuesta que podría alterar por completo el negocio tecnológico.
De acuerdo con The Wall Street Journal, la idea central es obligar a las compañías a fabricar en suelo estadounidense la misma cantidad de chips que importan del extranjero. Las empresas que no cumplan con esa proporción 1:1 deberán enfrentar aranceles que podrían rondar el 100%. “Estados Unidos no puede depender de las importaciones extranjeras para los productos semiconductores esenciales para nuestra seguridad nacional y económica”, afirmó Kush Desai, portavoz de la Casa Blanca.
La medida busca reducir la dependencia de chips provenientes de Asia, especialmente de Taiwán, considerado vulnerable por su cercanía a China. Sin embargo, el plan no es sencillo: muchos productos se ensamblan en el extranjero con chips inicialmente fabricados en EE. UU., lo que complica calcular el valor real sujeto a gravamen.
Compañías como Apple y Dell Technologies serían de las más afectadas, pues dependen de proveedores globales. Por otro lado, firmas que expanden su producción en territorio estadounidense —como Taiwan Semiconductor Manufacturing Co., Micron Technology y GlobalFoundries— se verían fortalecidas, ganando poder en las negociaciones.
Trump ya había advertido que “las tecnológicas que fabriquen más en EE. UU. evitarán aranceles agresivos”, y elogió recientemente a Tim Cook, de Apple, por ampliar inversiones locales. Aun así, los analistas coinciden en que producir dispositivos complejos dentro del país es una tarea poco realista.
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