El fabricante de vehículos eléctricos Rivian Automotive atraviesa una etapa crítica que podría redefinir su futuro. En un contexto de competencia feroz y regulaciones cambiantes, la empresa se ha visto obligada a tomar medidas drásticas para sostener su estructura operativa y financiera.
La compañía confirmó el despido de alrededor del 4.5% de su plantilla, lo que equivale a más de 600 trabajadores, según reveló The Wall Street Journal.
El ajuste llega en medio de un mercado más desafiante para los fabricantes de autos eléctricos, presionado por la eliminación del incentivo federal de $7,500 bajo la administración de Donald Trump. La reducción de beneficios fiscales ha frenado las ventas justo cuando Rivian enfrenta una demanda menor y la falta de nuevos modelos hasta el próximo año.
Durante el segundo trimestre, la empresa registró pérdidas por $1.1 mil millones. Aunque las ventas aumentaron 32% en el tercer trimestre, con 13,201 unidades entregadas, el pronóstico para 2025 se redujo de 46,000 a entre 41,500 y 43,500 vehículos. A esto se suma la advertencia de agosto, cuando Rivian anticipó una pérdida ajustada de entre $2,000 y $2,250 millones, superior al rango previo de $1,700 a $1,900 millones.
Los cambios buscan “garantizar que Rivian pueda alcanzar su potencial escalando eficientemente hacia un negocio saludable y rentable”, mientras se prepara para el lanzamiento de la nueva línea R2. Las acciones cerraron el jueves en $13.09, con un alza de 1.3%, aunque acumulan una baja cercana al 2% en el año.
La desaceleración del sector eléctrico también impacta a comunidades latinas en EE. UU., donde muchos trabajadores se desempeñan en fábricas y servicios vinculados a la cadena automotriz. Las reestructuraciones como la de Rivian podrían afectar empleos técnicos e industriales clave en regiones con alta presencia hispana.
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