La reciente decisión de Donald Trump de suspender las negociaciones comerciales con Canadá ha provocado desconcierto en ambos países. Aunque el mandatario estadounidense señaló como detonante un anuncio televisivo de Ontario que criticaba los aranceles, asesores y analistas coinciden en que detrás hay una red de tensiones políticas, económicas y judiciales mucho más compleja.
Frustración acumulada en la Casa Blanca
Según Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional, la cancelación de las conversaciones refleja la “frustración acumulada” de Trump ante la postura canadiense durante meses de negociaciones. Las conversaciones, que avanzaban en temas como acero, aluminio y energía, parecían estar cerca de un acuerdo. Sin embargo, apenas 24 horas después de que funcionarios de ambos países destacaran “avances significativos”, Trump anunció en redes sociales: “TODAS LAS NEGOCIACIONES COMERCIALES CON CANADÁ QUEDAN TERMINADAS”.
El contexto muestra que el anuncio publicitario fue solo un pretexto. Días antes, Ottawa impuso aranceles a General Motors y Stellantis en represalia por recortes en la producción de vehículos en Canadá, lo que irritó a Washington. Además, las diferencias sobre la postura canadiense hacia Israel y su acercamiento con China habrían añadido tensión a la relación.
El verdadero trasfondo: la Corte Suprema y los aranceles
El propio Trump dejó entrever un motivo adicional: acusó a Canadá de intentar “influir ilegalmente” en la Corte Suprema de Estados Unidos, que pronto revisará un fallo clave sobre la constitucionalidad de sus aranceles. Si la Corte confirma la decisión previa, se anularían los gravámenes impuestos a Canadá y México, debilitando uno de los pilares económicos de su administración.
Por ahora, Ottawa ha optado por la prudencia. El primer ministro Mark Carney aseguró que Canadá “sigue lista para reanudar el diálogo” cuando EE. UU. lo disponga. Mientras tanto, el gobierno de Ontario retirará sus anuncios de las pantallas estadounidenses, aunque persisten las dudas sobre si ese gesto será suficiente para reactivar las negociaciones.
La comunidad latina en EE. UU., especialmente en los sectores industriales y automotrices, observa con preocupación esta ruptura. Las tensiones comerciales entre ambos países podrían impactar empleos y cadenas de suministro donde miles de trabajadores latinos dependen directamente del comercio bilateral.
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