La calma aparente en el sector de restaurantes se rompió con fuerza este jueves, cuando Chipotle Mexican Grill vio evaporarse gran parte de su valor en Wall Street tras publicar un nuevo recorte en sus pronósticos de crecimiento. La cadena de burritos, que durante años fue sinónimo de expansión agresiva, enfrenta ahora una crisis de confianza entre analistas e inversionistas que temen una pérdida estructural de clientes.
Las acciones de Chipotle se hundieron hasta 19% durante la jornada y acumulan una caída de 45% en lo que va del año, reduciendo su capitalización de mercado a cerca de $43,000 millones. Cinco firmas de análisis, entre ellas Citi y BTIG, recortaron sus precios objetivo tras conocerse el informe trimestral, reflejando dudas sobre el atractivo de la marca y el debilitamiento de su base de consumidores. Jon Tower, de Citi, redujo su estimación de $54 a $44 por acción, al considerar “difícil prever un punto mínimo” para las ventas.
En el tercer trimestre, las ventas comparables crecieron apenas 0.3%, pero el flujo de clientes retrocedió. Los ejecutivos admitieron que, aunque sus platos cuestan en promedio $10, muchos consumidores perciben precios más cercanos a los $15, lo que ha afectado la afluencia. El analista Pete Saleh calificó la caída de “sorprendente” y aseguró que “no está claro si la asequibilidad es el verdadero problema”.
Chipotle intenta redefinir su estrategia en un entorno donde la inflación limita el gasto fuera de casa y la competencia se intensifica. La empresa se enfrenta así a la tarea de recuperar el apetito del público y convencer al mercado de que su fórmula aún tiene sabor a crecimiento.
El enfriamiento del consumo en EE. UU. también impacta a la comunidad latina, ampliamente presente en el sector restaurantero. Su estabilidad laboral depende del repunte de cadenas como Chipotle, que generan miles de empleos en cocina, atención y logística.
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