El ambiente diplomático entre Washington y Ottawa atraviesa días de turbulencia, marcados por un inesperado episodio que tensó las ya frágiles negociaciones comerciales entre ambos países. Todo comenzó con un anuncio emitido en Ontario que, más allá de su intención, provocó un serio malestar en la Casa Blanca.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, reconoció haberse disculpado personalmente con Donald Trump por el anuncio antiarancelario que enfureció al presidente estadounidense y provocó un desplome en las conversaciones bilaterales.
“No es algo que yo hubiera hecho, poner ese anuncio, así que me disculpé”, declaró Carney durante una conferencia de prensa en Corea del Sur, donde ambos líderes participaron en la cumbre de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
El gesto de Carney buscó desactivar un conflicto que escaló rápidamente. Según el mandatario canadiense, el anuncio fue patrocinado por el gobierno de Ontario e incluía un fragmento de un discurso de Ronald Reagan de 1987, en el que el expresidente defendía el libre comercio pese a haber aplicado aranceles a los semiconductores japoneses.
Trump consideró que el material “tergiversaba” las palabras de Reagan y que se utilizaba con fines políticos para influir en una próxima audiencia del Tribunal Supremo sobre los aranceles impuestos por su administración. En respuesta, el presidente estadounidense anunció que Estados Unidos impondría un arancel adicional del 10% a Canadá.
Carney explicó que había advertido al primer ministro de Ontario, Doug Ford, sobre los riesgos de emitir el anuncio, pero su consejo fue ignorado. “Le dije que no lo hiciera”, aseguró ante la prensa.
Durante su estancia en Corea del Sur, Carney también mantuvo una reunión con Xi Jinping, la primera desde 2017, en la que buscó reforzar la cooperación económica con China. “La conversación fue constructiva y marcó un punto de inflexión en la relación”, destacó el líder canadiense.
Por ahora, a un día de las disculpas canadienses, no se han emitidos anuncios desde la Casa Blanca sobre un cambio en la política comercial con su vecino del norte.
El episodio refleja la fragilidad de los equilibrios diplomáticos en medio de una guerra comercial en expansión, donde un solo mensaje puede redefinir alianzas y obligar a los líderes a medir cada palabra con precisión quirúrgica.
El impase entre Carney y Trump deja una lección clave para países como Colombia y México: la diplomacia económica exige prudencia y coherencia interna. Un simple anuncio mal calculado puede escalar hasta afectar negociaciones estratégicas, especialmente cuando se trata de un socio tan determinante como Estados Unidos. La política comercial no se juega solo en los tratados, sino también en los gestos y los mensajes públicos.
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