Durante años fueron símbolo de creatividad culinaria y emprendimiento, pero el auge de los camiones de comida en Estados Unidos enfrenta ahora un nuevo reto: mantenerse rentable en medio de costos crecientes, regulaciones complejas y un mercado saturado. Lo que alguna vez fue un modelo alternativo a los restaurantes tradicionales, hoy se ve obligado a reinventarse para sobrevivir.
Según la firma de investigación y análisis IBIS, la industria de los food trucks genera cerca de $3,000 millones anuales con más de 92,000 negocios activos en el país. Aun así, las proyecciones muestran un panorama menos optimista: se espera que el número total de camiones crezca 17% en los próximos años, pero que los ingresos apenas aumenten 0.2% en 2025.
La inflación, los aranceles y el alza en los precios de los alimentos y equipos han elevado los costos de operación. “Los precios de algunos ingredientes están subiendo alrededor de un 30%”, explicó Ángel Ruiz, gerente de Birria-Landia en Nueva York, quien reconoció haber incrementado sus precios 12.5% para compensar los gastos.
Aunque los food trucks se percibían como opciones más baratas, expertos aclaran que no siempre fue así. Operar un camión requiere una inversión inicial de entre $120,000 y $200,000, sin contar seguros y permisos. “La gente cree que es un restaurante barato sobre ruedas, pero es un restaurante móvil con todos los desafíos que eso implica”, advirtió Ben Goldberg, presidente de la Asociación de Camiones de Comida de Nueva York.
Muchos propietarios están diversificando su modelo hacia eventos privados, catering y locales físicos. En un mercado cada vez más exigente, el éxito dependerá de quienes logren combinar innovación, eficiencia y pasión sin perder el sabor que los llevó a las calles.
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