En un contexto de tensiones comerciales y presiones crecientes sobre los sistemas de salud, Washington y Londres anunciaron un acuerdo que redefine el intercambio de productos farmacéuticos entre ambas economías. La decisión implica cambios regulatorios, ajustes presupuestarios y una nueva alineación en el costo de medicamentos que ambos gobiernos ven como estratégica.
Estados Unidos confirmó un pacto con Gran Bretaña para eliminar aranceles sobre medicamentos, ingredientes farmacéuticos y tecnología médica fabricados en el Reino Unido. A cambio, Gran Bretaña incrementará en 25% el precio neto que paga por los nuevos fármacos. El representante comercial estadounidense, Jamieson Greer, afirmó que “Estados Unidos y el Reino Unido anuncian este acuerdo negociado de precios para productos farmacéuticos innovadores, que ayudará a impulsar la inversión y la innovación en ambos países”.
El entendimiento incluye un cambio significativo en el marco de evaluación del NICE, el organismo británico encargado de medir el valor de los tratamientos para el Servicio Nacional de Salud (NHS). Dos fuentes familiarizadas con el acuerdo señalaron que el ajuste afecta la medición del “año de vida ajustado por calidad”, cuyo umbral superior es de 30,000 libras, equivalentes a $39,789 por año saludable ganado. Este parámetro determina si un medicamento es considerado coste-efectivo para su financiación pública.
El presidente Donald Trump había insistido en que Gran Bretaña y Europa debían pagar más por los medicamentos estadounidenses, buscando acercar sus precios a los que se pagan en otras economías avanzadas. Este acuerdo representa un avance directo en ese objetivo. La industria farmacéutica, que ha criticado el entorno operativo británico, vio en los últimos años cómo varias compañías frenaron inversiones, incluida AstraZeneca, la mayor empresa por capitalización en la Bolsa de Londres.
Otro punto clave es el sistema de precios voluntarios británico, que obliga a las farmacéuticas a devolver parte de sus ventas al NHS. Según la oficina del USTR, Londres se comprometió a reducir esa tasa al 15% en 2026, una medida demandada desde hace tiempo por el sector.
El pacto abre una nueva etapa para la cooperación transatlántica en salud, marcada por el esfuerzo mutuo de equilibrar costos, estimular innovación y evitar que barreras comerciales limiten el acceso a tratamientos esenciales.
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