Reguladores británicos impusieron severas sanciones al banco de inversión estadounidense Citi por un total de £61.6 millones (equivalentes a $79 millones de dólares), debido a fallas significativas en sus sistemas y controles comerciales.
Estas sanciones fueron aplicadas por dos entidades regulatorias, la Prudential Regulation Authority (PRA) y la Financial Conduct Authority (FCA), tras una exhaustiva investigación que abarcó desde el 1 de abril de 2018 hasta el 31 de mayo de 2022. Sin embargo, el banco recibió una reducción del 30% en el monto total de la sanción tras aceptar resolver el caso.
Sam Woods, director ejecutivo de la Prudential Regulation Authority, enfatizó la importancia de que las empresas comerciales mantengan controles eficientes para gestionar los riesgos asociados. Según Woods, Citigroup Global Markets Limited (CGML), una filial de Citi, no alcanzó los estándares esperados, lo que motivó la imposición de la multa.
Los reguladores identificaron que varios problemas en los sistemas y controles de CGML persistieron durante el período investigado, lo que condujo a incidentes comerciales graves. Uno de los más destacados ocurrió el 2 de mayo de 2022, cuando un operador experimentado ingresó incorrectamente una orden, resultando en la ejecución no intencionada de $1,400 millones de dólares en bolsas europeas. Este error fue atribuido a deficiencias en los controles comerciales de CGML, incluyendo la ausencia de ciertos bloqueos preventivos y la calibración inadecuada de otros controles.
En respuesta, un portavoz de Citi expresó satisfacción por la resolución del asunto, el cual se originó a partir de un error individual que fue rápidamente identificado y corregido en cuestión de minutos. El portavoz subrayó que el banco tomó medidas inmediatas para fortalecer sus sistemas y controles y reafirmó su compromiso con el cumplimiento normativo completo.
Este incidente subraya la crucial necesidad de que las instituciones financieras mantengan controles robustos y efectivos para prevenir errores costosos y garantizar la estabilidad del mercado. Las acciones tomadas por los reguladores británicos reflejan una postura firme en la exigencia de altos estándares de gestión de riesgos en el sector financiero.