Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto, ha dimitido tras la crítica generalizada por el intento de asesinato del expresidente Donald Trump el 13 de julio. Durante un mitin en Butler, Pensilvania, un atacante disparó contra Trump, resultando en la muerte de Corey Comperatore, un exjefe de bomberos que protegía a su familia, y dejando a dos asistentes heridos.
La comparecencia de Cheatle ante el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, donde se abordaron las deficiencias en la seguridad, intensificó la presión sobre ella. Los legisladores cuestionaron la gestión de Cheatle, destacando el uso de aplicaciones encriptadas en dispositivos personales para la comunicación oficial, lo que algunos consideran una violación de leyes federales.
La representante Anna Paulina Luna expresó su desconfianza hacia Cheatle, argumentando que su gestión ha expuesto al país a riesgos innecesarios. La falta de respuestas satisfactorias durante la audiencia y la demora en la investigación fueron temas centrales.
Cheatle también se disculpó con Trump por el fracaso en la seguridad, pero su respuesta no calmó a los críticos. Los legisladores pidieron su renuncia, y el representante Tim Burchett fue particularmente duro, sugiriendo que Cheatle debería ser despedida por sus fallos.
El incidente ha generado una gran controversia, con llamados a una mayor rendición de cuentas y mejoras en la seguridad del Servicio Secreto. La dimisión de Cheatle es el último capítulo en una serie de eventos que han puesto en tela de juicio la eficacia del cuerpo encargado de proteger a los altos funcionarios del país.