Elon Musk, uno de los empresarios más influyentes y multimillonarios de Estados Unidos, se posicionó como uno de los principales partidarios de la candidatura de Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales.
Musk no solo donó casi $119 millones a un comité de acción política en apoyo a Trump, sino que también se presentó en mítines junto al expresidente y le concedió una entrevista en su red social, X, con un tono altamente favorable. Su apuesta en estas elecciones, según expertos, ha sido arriesgada y significativa, y tanto él como su imperio empresarial ahora enfrentan ventajas y desventajas bajo la nueva administración.
Las acciones de Tesla, el gigante de vehículos eléctricos fundado por Musk, registraron una importante alza tras el triunfo de Trump, subiendo casi un 15% y generando un aumento de $15,000 millones en el valor de las acciones de Musk. Este incremento representó un retorno considerable sobre la inversión de $119 millones que Musk hizo a favor de la campaña de Trump.
La victoria presidencial también fortalece la imagen pública de Musk, quien se ha convertido en una de las voces más destacadas a favor de un enfoque de gobierno menos regulado y de políticas más flexibles para la industria tecnológica y la conducción autónoma.
Sin embargo, existen riesgos considerables para Tesla. Trump ha sido crítico de los vehículos eléctricos, describiéndolos como caros y limitados en autonomía. Es probable que su administración reduzca el apoyo federal a esta tecnología, eliminando créditos fiscales y programas de apoyo a la infraestructura de carga, medidas que habían incentivado el crecimiento de la industria de vehículos eléctricos en Estados Unidos. Aunque Musk ha expresado en varias ocasiones que Tesla puede prosperar sin subsidios, la competencia en este sector ha crecido, y la falta de incentivos podría ralentizar la adopción de estos vehículos en el país.
Por otro lado, la relación entre Estados Unidos y China podría convertirse en un desafío para Tesla. China es un mercado clave para Tesla y representa una parte considerable de sus ventas globales. La posibilidad de una guerra comercial con el país asiático, impulsada por la postura de Trump, podría afectar las operaciones de Tesla en Shanghái y, en consecuencia, sus ganancias globales. Daniel Ives, analista de Wedbush Securities, advirtió que “Tesla podría quedar atrapada en el fuego cruzado” de una relación tensa entre ambos países.
Además de Tesla, la administración de Trump podría cambiar la dinámica regulatoria respecto a los vehículos autónomos, una de las grandes apuestas de Musk. Algunos analistas creen que Trump podría facilitar el proceso de aprobación de esta tecnología, acelerando la posibilidad de que Tesla lance sus robotaxis, un proyecto que Musk ha perseguido con entusiasmo. Sin embargo, las investigaciones federales actuales sobre Autopilot y Full Self-Driving de Tesla por motivos de seguridad podrían ralentizar este avance.
Por su parte, SpaceX, otra de las empresas de Musk, no espera grandes cambios en su relación con el gobierno. Finalmente, en cuanto a X, la red social de Musk ha sido criticada por la administración Biden, pero es poco probable que enfrente problemas similares bajo la administración de Trump.
La victoria de Trump coloca a Musk en una posición compleja, donde las posibles ventajas deberán equilibrarse con los desafíos que traerán las políticas de la nueva administración en términos de comercio internacional y regulación tecnológica.