Spirit Airlines, ícono de los viajes económicos en Estados Unidos, anunció su declaración de quiebra bajo el Capítulo 11 tras enfrentar años de pérdidas acumuladas, desafíos operativos y el fracaso de su adquisición por parte de JetBlue Airways.
La aerolínea ha asegurado $300 millones en financiamiento para seguir operando mientras atraviesa su proceso de reestructuración, que espera culminar en el primer trimestre del próximo año.
El director ejecutivo, Ted Christie, garantizó que los vuelos, reservas y programas de fidelidad seguirán funcionando con normalidad, especialmente en la cercana temporada navideña. Spirit es la primera gran aerolínea estadounidense en declararse en quiebra desde American Airlines en 2011.
La situación financiera de Spirit se complicó debido a un retiro de motores que afectó su flota, el aumento de costos tras la pandemia y una deuda de $1,100 millones que enfrenta vencimiento en 2024. A esto se sumó la decisión de un juez federal que bloqueó la adquisición por $3,800 millones propuesta por JetBlue, argumentando que reduciría la competencia y aumentaría las tarifas.
Para mitigar sus pérdidas, Spirit vendió 23 aviones Airbus, generando $519 millones, y ha reducido personal con el despido de 200 pilotos en septiembre y otros 330 programados para enero. Sin embargo, estas medidas no lograron evitar las pérdidas de más de $335 millones en la primera mitad del año.
Fundada bajo un modelo de bajo costo, Spirit revolucionó la industria aérea ofreciendo tarifas económicas con cargos por servicios adicionales. Sin embargo, el aumento en los costos operativos y la competencia de aerolíneas tradicionales, que adoptaron estrategias similares, afectaron su posición en el mercado.
Analistas sugieren que Spirit podría explorar nuevamente una fusión con Frontier Airlines, cuya propuesta inicial fue superada por JetBlue en 2022. Mientras tanto, el futuro de la aerolínea depende de su capacidad para reestructurar su modelo de negocio y adaptarse a un mercado altamente competitivo.