La inflación en Estados Unidos registró un menor crecimiento de lo previsto en febrero, lo que da un respiro a consumidores y empresarios preocupados por el impacto de los nuevos aranceles. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió un 0.2% en el mes, situando la tasa anual en 2.8%. En enero, el aumento había sido del 0.5%.
El IPC básico, que excluye alimentos y energía, también creció un 0.2% en febrero, alcanzando un 3.1% interanual. Los economistas esperaban incrementos del 0.3% en ambas tasas, lo que significa que la inflación avanzó menos de lo proyectado.
Tras el informe, los mercados reaccionaron positivamente, con alzas en los futuros bursátiles y en los rendimientos de los bonos del Tesoro.
El costo de la vivienda subió un 0.3%, contribuyendo a la mitad del incremento del IPC. Los precios de los autos usados aumentaron un 0.9%, mientras que la ropa subió un 0.6%. Los alimentos y la energía también crecieron un 0.2%, con un alza notable en los huevos, que subieron un 10.4% en febrero y un 58.8% en los últimos 12 meses.
Los efectos de la guerra comercial impulsada por Trump comienzan a sentirse, con aranceles del 25% al acero y aluminio y del 20% a productos chinos, lo que ha provocado represalias de la Unión Europea. Analistas advierten que si la escalada continúa, la inflación podría verse afectada a largo plazo.
Por ahora, la Reserva Federal mantiene su postura de esperar antes de modificar las tasas de interés. Se prevé que la FED mantenga su tasa en 4.25%-4.5% en su reunión de la próxima semana, aunque los mercados apuestan por recortes de 0.75 puntos porcentuales antes de fin de año.