Los reflectores estaban puestos en París, pero lo que se esperaba fuera un desfile de cifras brillantes terminó siendo un tropiezo que sacudió a todo el sector. El desplome no pasó desapercibido para sus rivales, los mercados… ni para los inversionistas.
El martes, las acciones de LVMH se desplomaron hasta un 8%, tras revelar una caída del 3% en las ventas del primer trimestre, rompiendo con las proyecciones de crecimiento y amenazando su estatus como la mayor firma de lujo del planeta.
En un momento del día, Hermès llegó a superarla en capitalización de mercado. La firma francesa, dueña de Louis Vuitton y Moët & Chandon, enfrenta ahora presiones desde múltiples frentes: caída de ingresos en Estados Unidos, China y Japón, debilidad en sus marcas de vinos y licores, y la creciente amenaza de aranceles.
“Si bien los motores de crecimiento estructural siguen vigentes, la visibilidad a corto plazo es muy limitada”, advirtieron analistas de Bank of America, mientras que desde Citi afirmaron que “no había mucho que celebrar”. La división de moda y cuero, que genera el 78% de las ganancias, cayó un 5%, y la categoría de vinos se desplomó un 9%.
La directora financiera de LVMH, Cécile Cabanis, se mostró prudente: “La clientela aspiracional siempre es más vulnerable en ciclos económicos menos positivos”, señaló, anticipando que los ajustes de precios podrían ayudar a mitigar parte del golpe.
Aunque Europa mostró algo de resistencia, con un crecimiento del 2%, el lujo mundial parece estar entrando en una etapa de incertidumbre donde ni los gigantes están a salvo.
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