Las cifras parecen estar en constante tensión con la realidad, desafiando las previsiones y abriendo nuevos interrogantes sobre el futuro económico de Estados Unidos. Pero en medio de las turbulencias, surge un dato que llama poderosamente la atención.
El Fondo Monetario Internacional pronostica que el déficit fiscal estadounidense caerá del 7.3% del PIB en 2024 al 6.5% en 2025.
Este descenso, sin embargo, no responde a una reducción del gasto público ni a una mejora del crecimiento económico, sino al aumento de los ingresos por aranceles. Según el FMI, “la menor brecha entre gastos e ingresos depende de mayores ingresos arancelarios”.
Estas proyecciones consideran medidas anunciadas hasta el 4 de abril, como los aranceles recíprocos del 2 de abril, pero excluyen la pausa de 90 días y ciertas exenciones para bienes tecnológicos. A mediano plazo, el déficit se reduciría al 5.6%, impulsado por un alza del 0.7% en los ingresos.
Sin embargo, el FMI advierte que “la magnitud del aumento de los ingresos arancelarios es muy incierta”. El efecto de los aranceles sobre las importaciones dependerá en gran medida de cómo reaccionen los consumidores ante el alza de precios, lo que varía producto por producto. Además, “el propio programa tarifario es incierto y juega un papel crucial”.
Otro riesgo clave es que una desaceleración económica provocada por los aranceles termine reduciendo otros ingresos fiscales como el impuesto a la renta. El informe también advierte que un aumento del 10% del PIB en la deuda pública entre 2024 y 2029 podría disparar las tasas de interés hasta en 60 puntos básicos.
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