No hubo terremotos ni crisis financieras globales. Pero algo se rompió silenciosamente en los mercados, y el ruido llegó desde Noruega.
El Norges Bank Investment Management, el fondo soberano más grande del planeta, reportó una pérdida de $40,000 millones en el primer trimestre del año.
Las razones apuntan directamente a una sacudida inesperada: la debacle tecnológica. “Nuestras inversiones en acciones tuvieron una rentabilidad negativa, impulsada principalmente por el sector tecnológico”, reconoció su CEO, Nicolai Tangen.
A finales de marzo, el fondo —con un valor total de 18.53 billones de coronas— tenía el 70% de sus activos colocados en acciones. Esta clase registró una pérdida del 1.6%. Y no fue solo por las empresas en sí: las fluctuaciones de divisas también le jugaron en contra. La apreciación de la corona noruega frente al dólar arrastró el valor del fondo en más de 879,000 millones de coronas.
El portafolio incluye pesos pesados como Meta, Alphabet, Amazon, Nvidia, Tesla y Microsoft. Y fue justo en marzo cuando las tecnológicas enfrentaron una liquidación de tres semanas que evaporó $2.7 billones del mercado.
La caída estuvo vinculada al temor por nuevas políticas arancelarias de Donald Trump y a la amenaza emergente desde China: DeepSeek. Esta startup sorprendió al mundo al afirmar que desarrolló un modelo de IA similar a ChatGPT a una fracción del costo.
Mientras los bonos y los bienes raíces amortiguaban ligeramente el golpe, el fondo que representa la riqueza petrolera de Noruega acaba de recordar al mundo que, incluso en la cima, nadie es invencible frente a una tormenta tecnológica.
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