A veces, basta un rumor para desencadenar una estampida. Eso fue exactamente lo que ocurrió en abril, cuando miles de compradores estadounidenses se volcaron a los concesionarios con un solo objetivo: adelantarse a los temidos aumentos de precios.
Ford, Hyundai, Kia y Toyota reportaron saltos sorprendentes en sus ventas mensuales, impulsados por consumidores que buscaban asegurar precios antes de que los aranceles del 25% impuestos por el presidente Donald Trump encarecieran los vehículos importados.
Ford, por ejemplo, registró un aumento del 16% en sus ventas gracias a su programa de “precios para empleados”, que ahora se extenderá hasta el 4 de julio.
Hyundai prometió mantener precios estables hasta junio y reportó un alza del 19%. Kia no se quedó atrás, con un crecimiento del 14%, y Toyota sumó un sólido 10%. General Motors, aunque informa trimestralmente, confirmó un alza del 20% solo en abril.
“La primera fase de frenesí en el mercado minorista de vehículos parece haber pasado ya”, advirtió Jonathan Smoke, economista jefe de Cox Automotive. A medida que los inventarios se reducen y los precios comienzan a subir, “los mayores costos y los menores inventarios… podrían llevar a menores ventas en las próximas semanas”.
Thomas King, de JD Power, fue tajante: “Los resultados de abril están dominados por la perspectiva de futuros aumentos de precios de los vehículos debido a los aranceles”. Mientras tanto, Ford insiste en que los recientes ajustes arancelarios ayudan, pero “se necesitan tomar más acciones” para proteger la industria, según su CEO Jim Farley. La fiebre automotriz podría estar a punto de enfriarse.
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