No fue una advertencia ni una sugerencia: fue una orden directa desde la Casa Blanca. Una que podría reconfigurar por completo la industria farmacéutica global.
El presidente Donald Trump firmó este lunes una orden ejecutiva para acelerar la fabricación de medicamentos recetados dentro de Estados Unidos, justo antes de imponer nuevos aranceles sobre las importaciones farmacéuticas.
“No queremos comprar nuestros productos farmacéuticos de otros países porque, si estamos en guerra, tenemos un problema”, dijo Trump. “Produciremos nuestros suministros médicos, productos farmacéuticos y tratamientos aquí mismo, en Estados Unidos”.
La medida exige a la FDA reducir los tiempos de aprobación de nuevas plantas nacionales, aplicar mayores tarifas a las instalaciones extranjeras y comenzar a realizar inspecciones sorpresa en fábricas fuera del país. “Teníamos este sistema loco… donde los sitios extranjeros reciben muchas más facilidades”, criticó Marty Makary, comisionado de la FDA. Además, la Agencia de Protección Ambiental deberá agilizar permisos y construcción de fábricas farmacéuticas.
El cambio se anticipa a una ofensiva arancelaria que Trump revelará en las próximas dos semanas. Su gobierno ya inició una investigación bajo la Sección 232 para justificar los futuros gravámenes como medida de seguridad nacional. Mientras algunas farmacéuticas, como Eli Lilly y Johnson & Johnson, han comenzado a invertir en plantas estadounidenses, otras como Pfizer no esconden su incomodidad. “La amenaza arancelaria está disuadiendo a la compañía”, advirtió su CEO, Albert Bourla.
Estados Unidos importó $203,000 millones en productos farmacéuticos solo en 2023, el 73% desde Europa. El giro de Trump promete cortar esa dependencia, cueste lo que cueste.
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