Nissan, el tercer mayor fabricante de automóviles de Japón, está evaluando cerrar varias plantas de ensamblaje, tanto en su país natal como en el extranjero, en lo que sería una de sus mayores reestructuraciones en décadas.
Según fuentes cercanas a la compañía, se analiza el cierre de la planta de Oppama, activa desde 1961, y la planta Shonan, operada por Nissan Shatai, donde Nissan posee el 50%. Esto dejaría solo tres centros de ensamblaje de vehículos en Japón.
En el exterior, se considera finalizar operaciones en plantas ubicadas en Sudáfrica, India y Argentina, además de reducir el número de fábricas en México, donde ya se ha anunciado la consolidación de la producción de las camionetas Frontier y Navara en la planta Civac. “Nos comprometemos a mantener la transparencia con nuestras partes interesadas”, afirmó Nissan en un comunicado, aclarando que aún no hay información oficial sobre cierres.
Estas decisiones forman parte de un agresivo plan de recorte impulsado por el nuevo CEO, Ivan Espinosa, quien ha tomado distancia de la estrategia de su antecesor, Makoto Uchida.
Espinosa planea reducir la plantilla global en 15% y pasar de 17 a solo 10 fábricas operativas. El diario Yomiuri informó que hasta dos plantas en México están siendo consideradas para clausura.
La planta de Oppama, pionera en la fabricación del Nissan Leaf en 2010, tiene capacidad para 240,000 vehículos y emplea a 3,900 personas. Shonan, enfocada en furgonetas, produce 150,000 unidades al año y cuenta con 1,200 trabajadores. Las ventas globales de Nissan en 2024 fueron de 3.3 millones de unidades, un desplome del 42% frente a 2017. El rugido de los motores podría estar a punto de apagarse en más de una línea de producción.
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