El silencio matutino de una oficina en Omaha está lejos de convertirse en retiro. A sus 94 años, Warren Buffett ha decidido que el sillón de director ejecutivo ya no será suyo, pero el escritorio seguirá esperándolo.
El legendario inversor dejará el cargo de CEO de Berkshire Hathaway a finales de este año, pero no piensa desaparecer de escena. “No me voy a quedar en casa viendo telenovelas”, afirmó tajante.
Sus intenciones son claras: seguirá asistiendo con regularidad a la sede de la compañía, aportando su visión estratégica y su histórica sangre fría para las inversiones. “Mis intereses siguen siendo los mismos”, insistió Buffett al Wall Street Journal.
Aunque no lo había hecho público antes de la última junta anual del 3 de mayo, internamente Buffett ya había resuelto dar un paso al costado. “Seguiré siendo director ejecutivo mientras creyera ser más útil que nadie… Y me sorprendió, ¿sabe?, cuánto tiempo duró”, confesó. Ya en 2021, había señalado a Greg Abel como su sucesor, y hoy reconoce que el vicepresidente ha demostrado tener más energía y eficacia. “La diferencia se hizo cada vez más drástica”, admitió.
A pesar de algunos lapsos de memoria y equilibrio, Buffett asegura mantener su lucidez para enfrentar tormentas financieras: “Seré útil aquí si hay pánico en el mercado, porque no me asusto cuando bajan los precios ni cuando todos se asustan”.
Como él, otros veteranos como Bill Gates y Jim Sinegal siguen firmes en sus rutinas laborales. Tal vez la clave esté en lo que escribió Buffett en 2022: trabajar en algo que uno haría incluso sin cobrar. Porque, como dice el Oráculo de Omaha, “una persona feliz vive más”.
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