Un silencio denso envolvía Washington la mañana del miércoles, hasta que una publicación en Truth Social agitó los círculos diplomáticos internacionales. El presidente Donald Trump acababa de soltar una bomba informativa.
Según su propio relato, Trump sostuvo una conversación telefónica de 75 minutos con Vladimir Putin. La charla, que ocurrió en plena escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania, giró en torno al más reciente y sorprendente ataque ucraniano que, según Kiev, habría afectado a más de 40 bombarderos rusos.
Estos hechos suceden luego de que “Fue una buena conversación, pero no una conversación que conducirá a una paz inmediata”, escribió Trump. Con esa frase, desinfló cualquier expectativa de un cese de hostilidades cercano.
La confirmación del Kremlin no se hizo esperar. Putin, en palabras transmitidas por Trump, fue contundente: “tendrá que responder al reciente ataque a los aeródromos”. Sin embargo, no quedó claro si el mandatario estadounidense intentó disuadirlo o simplemente tomó nota.
Más allá del conflicto europeo, otro frente preocupante se coló en la conversación: Irán y su programa nuclear. Trump fue tajante en su publicación: “Le dije al presidente Putin que Irán no puede tener un arma nuclear y, en eso, creo que estábamos de acuerdo”. Añadió que Putin “sugirió que participará en las conversaciones con Irán y que, tal vez, podría ser útil para lograr una rápida conclusión”.
El presidente señaló también que Irán está demorando su decisión y lanzó una advertencia: “¡Necesitaremos una respuesta definitiva en un período muy corto!”.
Esta llamada se produce en un contexto en el que Trump ha repetido que detendría la guerra entre Rusia y Ucrania en cuanto asuma nuevamente el poder. Sin embargo, hasta ahora no ha logrado acercar las posiciones, especialmente en lo que respecta al control territorial. A su vez, su relación con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky se ha tornado cada vez más tirante, lo que complica aún más los esfuerzos de mediación.
Mientras tanto, la retórica hacia Putin ha ido mutando. Lo que alguna vez fue un discurso diplomático ahora empieza a endurecerse. En días recientes, Trump lanzó una frase que no pasó desapercibida: “¡se ha vuelto completamente LOCO!”, refiriéndose al presidente ruso. Sin embargo el tono de la llamada de hoy pareció más amigable.
Las palabras del mandatario estadounidense dejan al descubierto que la tensión global no da señales de calmarse. Ni en Ucrania, ni en Teherán. Y, por ahora, tampoco en la Casa Blanca.
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