Un cielo despejado, calles silenciosas y negocios cerrados. No es la escena de un desastre natural, sino el retrato de una comunidad paralizada por el miedo. Las sirenas ya no anuncian incendios, sino redadas.
La Guardia Nacional llegó a Pasadena a principios de año como símbolo de ayuda en medio de incendios catastróficos. Policías, vecinos y jornaleros trabajaron juntos.
“Fue una hermosa muestra de solidaridad”, recuerda el alcalde. Perseis meses después, los mismos vehículos blindados volvieron a aparecer, esta vez con un propósito radicalmente distinto: apoyar redadas migratorias impulsadas desde Washington.
Comunidades en estado de alerta
“Cada día que continúan las redadas de inmigración… sufrimos enormemente”, denunció el alcalde de Pasadena. La asistencia a programas comunitarios ha caído, y los comerciantes observan cómo sus negocios se vacían por el miedo. Hasta su padre, ciudadano estadounidense, evita salir por temor. “Incluso yo… llevo mi pasaporte a todas partes por si los agentes de ICE me discriminan racialmente”, confesó.
El alcalde comparte su historia personal para ilustrar el drama. Llegó de Zacatecas a los cinco años. Vivía con su familia en un garaje y creció sabiendo que debía correr a pedir ayuda si sus padres desaparecían. Una lata de café Folgers bajo la cama contenía todos los documentos importantes. “Desde los cinco años, supe que si mis padres no volvían, debía tomar esa lata de café”.
El deterioro del proceso migratorio
En contraste con políticas del pasado que ofrecían vías legales, hoy la administración Trump, según denuncia el alcalde, ha eliminado muchas de esas posibilidades. “Trump está despojando activamente a las personas de su estatus legal”, lo que aumenta la vulnerabilidad de millones.
A pesar del temor, el alcalde asegura que Pasadena no se rinde. Las protestas pacíficas y la unidad vecinal son respuesta a lo que considera una extralimitación del gobierno federal. “Somos un ejemplo de lo que hace grande a este país”. Pide que otras ciudades sigan ese ejemplo.
Apoyo a quienes deben cumplir órdenes
El alcalde también expresa comprensión hacia las fuerzas de seguridad. “Vi su verdadera humanidad… no están para actuar contra las personas a las que juraron proteger”. Considera que muchos agentes se ven atrapados en un dilema entre sus deberes y sus valores.
Con un llamado a la compasión y el respeto, concluye reafirmando su compromiso con los derechos de todos los residentes. “Sabemos lo que es una ciudad pacífica, próspera, diversa y democrática, y no permitiremos que nadie nos lo quite”.
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