Las tensiones comerciales entre Washington y Ottawa dieron un giro drástico el jueves tras una nueva escalada impulsada directamente desde la Casa Blanca. Un mensaje del presidente Donald Trump, publicado en Truth Social, dejó claro que los días de paciencia habían terminado: “En lugar de trabajar con Estados Unidos, Canadá tomó represalias con sus propios aranceles”.
A partir del 1 de agosto, todas las importaciones canadienses estarán sujetas a un arancel general del 35%, el cual se sumará a las tarifas sectoriales ya vigentes. Entre ellas, se cuentan un 50% sobre el acero y el aluminio, un 25% sobre automóviles y otro 50% sobre el cobre.
Trump fue enfático: “Si por alguna razón deciden aumentar sus aranceles, la cantidad que elijan se añadirá al 35% que cobramos”. Incluso advirtió que cualquier intento de evadir estas tarifas, como el transbordo de mercancías, será castigado con el mismo rigor.
La carta también vinculó directamente el aumento arancelario al combate contra el fentanilo. “Si Canadá colabora conmigo para detener el flujo de fentanilo, tal vez consideremos ajustar esta carta”, escribió el presidente. En lo que va del año, se han confiscado 58 libras de la droga en la frontera norte.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, respondió en X que “Canadá ha logrado avances cruciales para frenar la plaga del fentanilo” y subrayó que su país seguirá trabajando con EE. UU. para proteger vidas en ambos lados de la frontera.
Pese a las recientes señales de acercamiento, como la decisión de Ottawa de suspender su impuesto digital a empresas estadounidenses, Trump insistió en que Canadá mantiene políticas comerciales “que causan déficits comerciales insostenibles”. En 2024, el déficit de bienes con Canadá alcanzó los $62,000 millones. Para Trump, ese desequilibrio representa “una gran amenaza para nuestra economía y, de hecho, para nuestra seguridad nacional”.
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