En un sector donde las expectativas se miden al milímetro, Eli Lilly vivió el jueves un fuerte revés bursátil. La compañía reveló que la dosis más alta de su píldora experimental contra la obesidad, orforglipron, permitió a los pacientes perder cerca del 12% de su peso corporal —unos 27 libras— en 72 semanas, pero la reacción en los mercados fue implacable: sus acciones cayeron 13%, mientras que las de su rival Novo Nordisk subieron más de 7%.
El golpe no se debió a la ausencia de resultados, sino a que estos quedaron cortos frente al 15% de pérdida de peso que algunos analistas esperaban. “Este es un resultado sólido y prometedor para un agente oral”, defendió el Dr. Jaime Almandoz, del UT Southwestern, quien calificó la reducción como “significativa y clínicamente relevante”.
El CEO David Ricks insistió en que la meta era ofrecer una opción práctica y masiva, competitiva frente a otros GLP-1, y que eso es lo que han logrado. El ensayo mostró que más del 59% de los pacientes con la dosis más alta perdió al menos 10% de su peso, y un 39% superó el 15%. Sin embargo, el 10.3% interrumpió el tratamiento por efectos secundarios, sobre todo gastrointestinales, una tasa mayor que la de inyecciones como Wegovy o Zepbound.
La Dra. Caroline Apovian advirtió que el entusiasmo debería moderarse si la tolerancia es un problema, aunque otros médicos ven en la píldora una vía para pacientes reacios a las agujas.
Eli Lilly planea presentar los datos a los reguladores a finales de año y apunta a un lanzamiento global en 2026. Con un mercado de GLP-1 que podría superar los $150,000 millones anuales en la próxima década, y hasta $50,000 millones solo para las versiones orales, la competencia con Novo Nordisk y otros desarrolladores se intensificará. Según Ricks, “las tasas de continuidad no son perfectas, pero estamos en el punto justo de acuerdo con el perfil del medicamento”.
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