El naranja parecía un detalle menor, pero bastó que Taylor Swift lo mencionara como su favorito y apareciera en un par de shows vestida con ese tono para que las redes y grandes marcas se volcaran a explotarlo. Google lanzó confeti naranja en su buscador, X modificó su avatar y Shake Shack promocionó hamburguesas con fondos neón del mismo color. Todo en cuestión de horas, confirmando que un gesto suyo puede mover tanto la cultura como los mercados.
La cantante ya demostró su poder económico con el Eras Tour, la gira más taquillera de la historia, que superó los $10,040 millones en ingresos directos y generó un impacto indirecto de más de $5,000 millones solo en Estados Unidos. Ciudades como Philadelphia, con un gasto turístico de $40 millones en tres días, o Los Ángeles, con $160 millones en seis fechas, comprobaron que sus conciertos son equivalentes a un evento deportivo de gran escala.
“Taylor no solo comunica, ella activa”, señaló la analista Natalia Ospina, al explicar cómo las marcas reaccionan de inmediato ante sus gestos. Un simple clip de su cirugía ocular inspiró un video corporativo que alcanzó 5.5 millones de vistas orgánicas en una hora. Ese es el llamado “Swift Effect”: la capacidad de trasladar audiencias masivas hacia productos, ciudades o tendencias con un movimiento mínimo.
Los expertos advierten que la clave de su éxito está en haber construido una marca como si fuera la CEO de una multinacional cultural, combinando estrategia a largo plazo con espontaneidad viral. Por eso, un color elegido por Swift puede generar más valor que una campaña multimillonaria.
No te pierdas esta fascinante historia en Comercio TV: