En el fútbol americano profesional, reunir a un plantel repleto de estrellas suele ser un lujo inalcanzable. La estricta regla del tope salarial limita lo que cada franquicia puede gastar y, en teoría, evita que un solo equipo acumule demasiado talento. Sin embargo, los Philadelphia Eagles han encontrado una manera de burlar esa restricción y mantener una nómina plagada de contratos gigantescos.
Tras conquistar el Super Bowl frente a los Kansas City Chiefs, la franquicia de Filadelfia inicia la defensa de su título con jugadores de altísimo valor. Jalen Hurts, mariscal de campo, percibe uno de los sueldos más elevados de la liga; AJ Brown y DeVonta Smith están entre los receptores mejor pagados, y su línea ofensiva se cuenta entre las más costosas. En condiciones normales sería imposible sostener semejante plantilla, pero el equipo ha recurrido a una maniobra contable que le permite aplazar costos millonarios.
El secreto está en añadir “años ficticios” al final de los contratos. Esta práctica reparte el impacto de los bonos de firma en más temporadas de las que realmente jugarán los atletas, lo que reduce la carga anual en el tope salarial. Así, un bono de $20 millones puede dividirse en cuatro temporadas en lugar de dos, reflejando solo $5 millones al año aunque el jugador jamás cumpla esos años añadidos. El resto se acumula como deuda futura.
El caso de Hurts es el más ilustrativo. Aunque su contrato asciende a $51 millones por temporada, el impacto en el tope salarial de este año es inferior a $22 millones, gracias a que su salario base es de apenas $1.2 millones y el resto se diluye en bonificaciones diferidas. En total, los Eagles acumulan más de $380 millones en costos pospuestos, el doble que cualquier otro equipo, con $98 millones solo ligados a su mariscal de campo.
En palabras simples, esta estrategia permite al equipo mantener más estrellas al mismo tiempo sin romper el límite salarial. Para el jugador, asegura un bono millonario por adelantado; para la franquicia, libera espacio inmediato en sus cuentas y le da margen para rodear a su mariscal con más talento. El costo llegará más tarde, pero el beneficio presente es conservar un plantel competitivo.
La estrategia requiere un propietario dispuesto a pagar enormes sumas por adelantado. Jeffrey Lurie, dueño de la franquicia, lo explicó sin rodeos: “Todas estas decisiones se basan estrictamente en cómo obtener grandes ganancias”. El gerente general Howie Roseman añadió: “Tenemos que hacer todo lo posible para mantener esta ventana de oportunidad abierta el mayor tiempo posible”.
El riesgo es claro: si no llegan los títulos, la deuda futura hunde al equipo, como ocurre con los Cleveland Browns o los New Orleans Saints. Pero en Filadelfia la apuesta ya dio un Super Bowl, y podría ser el boleto para otro más.
No te pierdas la señal en vivo de Comercio TV aquí y mantente al día en la actualidad financiera