En -Buenos días Wall Street- de Comercio TV, el académico y asesor de empresas familiares Pablo Álamo, profesor distinguido internacional de Cetys Universidad, Graduate School of Business, planteó una tesis provocadora: entender a la empresa familiar como “un organismo vivo” que requiere cuidados, dirección y propósito. Desde esa metáfora, propuso “antioxidantes empresariales” para prevenir el desgaste y alargar la vida corporativa.
La empresa como organismo y los “antioxidantes” contra el desgaste
Álamo comparó la organización con una célula que responde coordinada ante amenazas. ¿El objetivo? La “salud empresarial”. Identificó tres “antioxidantes” esenciales: confianza (“tener realmente una estrategia para que haya niveles altos de confianza”), comunicación (“profesionalizar la comunicación”) y buenas prácticas de gobierno corporativo.
Advirtió que los “radicales libres” de la empresa con las —malas prácticas—, las cuales aceleran el envejecimiento organizacional y elevan la “mortalidad” del negocio. Citó un dato contundente: en muchos países “la mortalidad de empresas familiares que no superan tercera generación no baja del 70%”. La prevención, dijo, empieza por reglas claras y foros de diálogo formales para reducir conflictos y malos entendidos.
Profesionalizar sin nepotismo y un liderazgo con compromiso social
El error más común al profesionalizarse, señaló, es suponer que el éxito del fundador se hereda por linaje: “porque el fundador era un buen piloto de avión, sus hijos también”. El favoritismo con “bajos niveles de exigencia” —relató incluso un caso reciente en América Latina— suele desembocar en pérdidas de valor.
El líder debe “trascender lo familiar”: su compromiso no es solo con la familia, sino con todos los grupos de interés y la sociedad. Esa mirada favorece meritocracia, buen gobierno y decisiones difíciles en sucesión. También defendió una “productividad con propósito” en un contexto de “alta incertidumbre”, donde la “solidez moral” de socios y equipos es un factor diferencial.
Si pudiera sembrar una sola “semilla” en cada organización, insistió, sería esta: “Comunicación, comunicación, comunicación”. Con canales formales y cultura de transparencia, concluyó, la empresa familiar respira mejor, reduce costos de conflicto y gana años de vida útil.
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