Los movimientos estratégicos de los grandes líderes siempre generan olas, incluso antes de transformarse en políticas concretas. La última iniciativa del presidente Donald Trump no fue la excepción, y en cuestión de horas ya provocaba reacciones divididas en el mundo financiero.
El presidente Trump sugirió que las compañías dejen atrás los informes de ganancias trimestrales y los sustituyan por reportes semestrales. “Ahorraría dinero y permitiría a los gerentes concentrarse en administrar adecuadamente sus empresas”, escribió en Truth Social, añadiendo que la idea está “sujeta a la aprobación de la SEC”. El mandatario retomó un argumento que ya había insinuado durante su primer mandato: la necesidad de aliviar la presión de corto plazo y mirar con horizontes más amplios.
La Comisión de Bolsa y Valores (SEC) confirmó que analiza seriamente la propuesta por instrucción directa del presidente. “A pedido del presidente Trump, el presidente [Paul] Atkins y la SEC están priorizando esta propuesta”, indicó un vocero. Con mayoría republicana de 3 a 1, el plan podría avanzar sin necesidad de pasar por el Congreso.
El debate no es nuevo. Warren Buffett y Jamie Dimon ya habían señalado en 2018 que las previsiones trimestrales “llevan a un enfoque poco saludable en las ganancias a corto plazo, a expensas de la estrategia a largo plazo”. Sin embargo, voces como Art Hogan, de B. Riley Wealth Management, advierten que “tener que esperar seis meses para obtener los resultados oficiales traería más dificultades que beneficios”.
La discusión impacta directamente en la confianza de los inversores. Y aunque Trump use a China y Europa como referencia, críticos señalan que la magnitud de los mercados estadounidenses hace que la transparencia trimestral siga siendo indispensable para mantener el flujo de capitales.
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