La controversia política y mediática en Estados Unidos volvió a encenderse tras el regreso de Jimmy Kimmel a la televisión. El presentador, que estuvo suspendido después de unas declaraciones sobre el asesinato de Charlie Kirk, reapareció con un monólogo que ya acumula más de 20 millones de visualizaciones en YouTube, pero no logró apagar el fuego de las críticas.
El vicepresidente JD Vance señaló que le “encantaría” ver a Kimmel disculpándose con Erika Kirk y con los conservadores a quienes, según él, “calumnió”. Vance aseguró que el conductor no hizo un chiste, sino una acusación grave al culpar a la “América conservadora” por la muerte de Kirk. Recordó que el crimen fue cometido por Tyler Robinson, un joven de 22 años que se entregó a la policía y enfrenta cargos por asesinato agravado, obstrucción de la justicia y uso de armas de fuego con lesiones graves.
Vance afirmó que acusar a los republicanos y simpatizantes de MAGA de haber matado a Kirk constituye “una forma de justificar el crimen” y advirtió que declaraciones como las de Kimmel “alientan a que ocurra más violencia”.
El vicepresidente subrayó que el asesino era un radical de izquierda, radicalizado en foros y espacios en línea, como señaló el gobernador de Utah, Spencer Cox, al explicar que Robinson se había vuelto cada vez más político y hostil hacia las opiniones de Kirk.
Mientras tanto, la Comisión Federal de Comunicaciones, encabezada por Brendan Carr, ya había advertido a Kimmel y a su cadena sobre posibles medidas regulatorias. La polémica, lejos de disiparse, abrió un nuevo capítulo en la guerra cultural estadounidense, donde medios, políticos y plataformas digitales se convierten en trincheras de batalla ideológica.
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