Un pacto a varios años amenaza con reordenar el mapa de los chips de inteligencia artificial, abrir una segunda vía de suministro y acelerar la construcción de centros de datos a una escala pocas veces vista. Detrás, dos protagonistas con ambición de liderazgo y una industria hambrienta de capacidad.
Warrants, chips y capacidad: la arquitectura del trato
OpenAI y AMD firmaron una alianza de cinco años que compromete compras por 6 gigavatios de potencia en GPU, iniciando con el MI450 desde la segunda mitad del próximo año.
AMD estima que la infraestructura cuesta “decenas de miles de millones de dólares por gigavatio”, un nivel que, de ejecutarse, añadiría decenas de miles de millones de ingresos hasta 2027. Para alinear intereses, OpenAI recibirá warrants por hasta 160 millones de acciones de AMD —aprox. 10% del capital— a $0.01 por título, que se irán otorgando por hitos de despliegue y con el precio de mercado por encima del umbral. Las acciones de AMD cerraron el lunes en $203.71 (+23.71%). (Un warrant es un derecho emitido por la empresa que permite comprar sus acciones a un precio fijo dentro de un plazo, sujeto a condiciones).
Sam Altman, CEO de OpenAI, admitió la presión de demanda: “Es difícil exagerar lo difícil que se ha vuelto conseguir suficiente potencia de procesamiento”. Lisa Su, CEO de AMD, lo resumió como “validación clara de nuestra hoja de ruta” y un esquema de incentivos “bastante innovador”. El uso previsto se centrará en inferencia, el cálculo que permite a los modelos responder a los usuarios, cuya demanda “se dispara” con cada nueva aplicación.
La respuesta del mercado y la presión competitiva
El pacto desafía el dominio de Nvidia (estimado en 70% del mercado de chips de IA) y convive con otros movimientos de escala: una carta de intención para que Nvidia invierta $100,000 millones en OpenAI durante una década (hasta 10 GW en centros de datos); un acuerdo de $10,000 millones con Broadcom para fabricar chips propios; y un contrato de $300,000 millones con Oracle para 4.5 GW en cinco años. “Me preocupa mucho más que fracasemos por falta de computación que por demasiada”, dijo Greg Brockman, presidente de OpenAI.
Nvidia, por su parte, prepara Vera Rubin, sucesor de Grace Blackwell, con la promesa de más del doble de potencia. El telón de fondo es un consumo masivo: 700 millones de usuarios semanales en ChatGPT. La gran incógnita sigue siendo el financiamiento: OpenAI habría proyectado $16,000 millones en alquiler de servidores este año y hasta $400,000 millones en 2029, frente a ingresos estimados de $13,000 millones.
Para Altman, el desenlace dependerá de toda la cadena: “Lo verán en los chips, en los centros de datos y en la cadena de suministro”. La carrera por la computación de IA entra, así, en una fase de escala inédita y competencia abierta.
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