Lo que comenzó como una declaración en redes sociales terminó escalando hasta los pasillos del poder en Washington, donde la Casa Blanca respondió con dureza a las palabras del presidente colombiano Gustavo Petro.
El jueves, un portavoz del gobierno estadounidense calificó como “infundada y reprensible” la afirmación de Petro, quien sostuvo que el más reciente ataque estadounidense frente a las costas de Venezuela habría tenido como blanco un buque colombiano. “Estados Unidos espera que el presidente Petro se retracte públicamente de su declaración para que podamos volver a un diálogo productivo sobre la construcción de un futuro fuerte y próspero para ambos pueblos”, señaló un funcionario a la cadena estadounidense CNN.
La respuesta vino acompañada de un recordatorio: pese a las diferencias políticas, Washington considera a Colombia un socio estratégico clave en seguridad y estabilidad regional. “Seguimos comprometidos con los esfuerzos que mejoran la vida de estadounidenses y colombianos por igual”, añadió el vocero.
Petro, sin embargo, insistió en su acusación. En una publicación en X, afirmó que “existen indicios de que la última embarcación bombardeada era colombiana con ciudadanos colombianos a bordo” y calificó la acción como una “agresión contra toda Latinoamérica y el Caribe”. Posteriormente desafió a Washington a revelar la identidad de los fallecidos: “La Casa Blanca debería darnos información sobre las personas que han muerto por los misiles estadounidenses, para saber si mi información es infundada”.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, aclaró que el objetivo del ataque fue un “buque narcotraficante” en aguas internacionales, donde murieron las cuatro personas a bordo. Este sería al menos el cuarto operativo similar desde septiembre, todos dirigidos a embarcaciones “afiliadas a cárteles de la droga”. Estados Unidos sostiene que al menos dos partieron desde Venezuela.
Mientras tanto, el secretario de Estado, Marco Rubio, defendió la operación al asegurar que “todas las personas a bordo de los cuatro barcos eran narcotraficantes”. Washington mantiene desplegados buques de guerra en el Caribe bajo una misión antidrogas que Caracas interpreta como una amenaza a su régimen. En ese contexto, la recompensa por la captura de Nicolás Maduro fue duplicada recientemente a $50 millones.
La creciente tensión reaviva el debate sobre el papel de Estados Unidos en la región y la delgada línea entre cooperación y confrontación.
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