Los mercados de energía cerraron la semana con un panorama sombrío. El precio del crudo estadounidense retrocedió a su nivel más bajo desde 2021, arrastrado por un exceso de oferta y el temor a una desaceleración global. Lo que para los consumidores podría significar alivio en los precios del combustible, para la industria petrolera supone el riesgo de una nueva crisis.
Un exceso que ahoga los precios
Los futuros del petróleo estadounidense cerraron el jueves en $56.99 por barril, una caída del 2.2% en la jornada y del 19% en comparación con el año anterior. Este valor no se veía desde febrero de 2021, cuando el mercado apenas salía del colapso provocado por la pandemia. Los precios han descendido por debajo de los niveles de la pasada primavera, justo cuando el presidente Donald Trump impuso nuevos aranceles que reavivaron el miedo a una crisis económica.
El descenso ha beneficiado a los consumidores: el precio promedio de la gasolina regular se ubicó en $3.057 por galón, unos 15 centavos menos que hace un año, según la AAA. En estados como Texas, Michigan, Ohio y Colorado, el costo ya cae por debajo de $3. La Administración de Información Energética (EIA) prevé un promedio nacional de $2.90 por galón en 2026. Sin embargo, la otra cara del fenómeno es una industria golpeada por la baja rentabilidad y la pérdida de empleos.
El problema no es nuevo. Durante los confinamientos de 2020, la demanda se desplomó y los precios del crudo llegaron a ser negativos. Hoy, el exceso vuelve: el petróleo almacenado en el mar aumentó 3.4 millones de barriles diarios en septiembre, el mayor salto desde la pandemia, según la Agencia Internacional de Energía (AIE).
Competencia feroz y sobreproducción
Los productores estadounidenses alcanzaron un récord de 13.6 millones de barriles diarios en julio, mientras la OPEP relajaba los recortes de producción acordados en 2023. Arabia Saudita y sus socios planean elevar su producción en 137,000 barriles diarios en noviembre, intentando recuperar cuota frente a países como Brasil y Guyana.
A pesar de que en EE. UU. hay 63 plataformas menos activas que el año pasado, los avances tecnológicos permiten extraer más con menos. East Daley Analytics prevé que la producción se mantenga cerca del récord actual hasta fin de año. “Un shock en un combustible no significa que haya un shock en los demás”, explicó Chris Noonan, analista de la firma, recordando que los pozos también generan gas natural y propano.
Mientras tanto, las tensiones comerciales entre EE. UU. y China siguen afectando al mercado. Las importaciones chinas de crudo aumentaron 3.9% en septiembre, pero la escalada de aranceles y amenazas entre ambos países ha enfriado las expectativas de crecimiento. El Brent, referencia global, cayó 1.4% hasta $61.06 el barril, su nivel más bajo desde mayo.
El desplome del crudo podría impactar en el empleo y la estabilidad económica de estados energéticos donde la comunidad latina tiene una fuerte presencia laboral, especialmente en la producción, el transporte y los servicios asociados al petróleo.
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