Mientras los inversores observan con cautela los próximos pasos de la Casa Blanca, las acciones del cannabis en Estados Unidos viven un inusual repunte tras años de volatilidad. Las expectativas se centran en posibles reformas federales, una nueva regulación y señales de que el presidente Donald Trump podría adoptar una postura más flexible respecto a la marihuana.
Optimismo en los mercados ante señales políticas
Empresas como Tilray Brands, Curaleaf y Trulieve lideran el renovado entusiasmo bursátil. Tilray vio un salto de 22% en sus acciones tras reportar resultados mejores a lo esperado, mientras que Verano Holdings registró ingresos de $203 millones en el último trimestre, aunque con una pérdida neta de $44 millones por costos legales y depreciaciones.
“Podríamos estar ante un verdadero punto de inflexión para el cannabis. Si las reformas avanzan, podrían atraer a más empresas para que hagan negocios en Estados Unidos”, afirmó Irwin Simon, CEO de Tilray, a la cadena estadounidense CNBC.
El impulso se originó en septiembre, cuando Trump compartió un video en Truth Social apoyando la cobertura de Medicare para el CBD, destacando sus supuestas propiedades antienvejecimiento. Las acciones reaccionaron de inmediato: Tilray subió 42%, Aurora Cannabis 18%, Canopy Growth 25% y Cronos Group 15.5%. “Muchos lo llaman el ‘efecto Trump’”, explicó Adam Smith, director del Marijuana Policy Project, quien considera que el gesto podría abrir el camino a un cambio de postura entre los republicanos.
Según Grand View Research, el mercado mundial de productos derivados del cannabis podría alcanzar los $160,000 millones para 2032. En Estados Unidos, el Departamento de Agricultura reportó un aumento del 40% en la producción anual de cannabis en 2024, impulsado por el auge del consumo y el crecimiento del sector del cáñamo.
El futuro y la posible reclasificación de la marihuana
La Ley Agrícola de 2018 permitió la producción y venta con menos de 0.3% de THC, pero su falta de regulación generó un mercado desigual. “Es posible que el sector haya crecido demasiado rápido sin control”, admitió Smith. El Congreso evalúa ahora normas federales que unificarían criterios de seguridad y etiquetado. Para Pamela Epstein, directora legal de Terpene Belt Farms, “cuanto más claras sean las reglas, mejor es para hacer negocios sin amenazas constantes sobre la cabeza”.
El presidente Trump también ha sugerido que su administración “estudia” reclasificar la marihuana de una droga de la Lista I a la Lista III, lo que facilitaría su investigación y reduciría las restricciones fiscales que pesan sobre las empresas del sector. “No podemos probar la utilidad médica del cannabis si la ley nos impide estudiarlo”, afirmó Meg Haney, de la Universidad de Columbia.
Aun así, persisten los obstáculos políticos. Algunos republicanos, como el representante Andy Harris, han promovido leyes para restringir el cáñamo, alegando riesgos de salud pública. Pese a ello, en el sector predomina la expectativa de que la próxima administración marque un cambio histórico. “No se trata de cuándo, sino de cuáles serán las regulaciones y cómo se aplicarán”, dijo Michael Gorenstein, de Cronos Group.
El destino del cannabis estadounidense parece ahora ligado a un factor impredecible: la voluntad política de Trump para transformar una industria que podría pasar de marginal a protagonista en la próxima década.
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