En medio de un escenario económico ya cargado de tensiones, un retraso inesperado en la información oficial ha elevado la incertidumbre para quienes siguen de cerca la política monetaria de Estados Unidos. La cancelación de un indicador fundamental dejó a los encargados de evaluar el rumbo de las tasas sin una pieza clave del rompecabezas.
La Oficina de Estadísticas Laborales canceló la publicación del índice de precios al consumidor correspondiente a octubre, un dato que la FED esperaba analizar antes de su decisión del 10 de diciembre. La agencia explicó que el cierre del gobierno impidió “recopilar retroactivamente” elementos esenciales de la encuesta, lo que hizo inviable publicar la serie completa. El informe de noviembre, originalmente previsto para el 10 de diciembre, se movió al 18 de diciembre, es decir, después de la reunión del banco central.
La BLS elabora el IPC mediante visitas personales, llamadas telefónicas, encuestas a hogares y recopilación en línea. Sin embargo, varios de esos métodos quedaron suspendidos durante el cierre, lo que imposibilita reconstruir los datos con precisión técnica. A este retraso se suma otro obstáculo: la Oficina de Análisis Económico también reprogramará la publicación del índice de precios del gasto en consumo personal, el PCE, el indicador preferido de la FED para medir la inflación. Su fecha aún no ha sido anunciada.
La falta de información llega en un momento delicado. El Comité Federal de Mercado Abierto aprobó un recorte de un cuarto de punto porcentual a finales de octubre, pero las actas reflejaron preocupación por la ausencia de datos completos. Jerome Powell trató de transmitir calma al señalar: “Esta situación es temporal. Vamos a cumplir con nuestro deber: recopilar todos los datos disponibles, evaluarlos y analizarlos detenidamente”. Agregó que, en escenarios de incertidumbre, “quizás convenga ser más prudente al circular”.
Aun así, no todos los funcionarios consideran que la falta de datos limite por completo la capacidad de maniobra. John Williams afirmó que cree que la FED tiene “margen para un ajuste adicional en el corto plazo”, mientras que Christopher Waller sostuvo que aún cuentan con suficiente información para tomar decisiones fundamentadas.
El panorama deja claro que la próxima reunión del banco central ocurrirá bajo un nivel de visibilidad reducido, aumentando las expectativas sobre cada señal emitida por sus funcionarios.
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