Dos ingredientes cotidianos —el apio y el vinagre de sidra de manzana— han sido envueltos en un debate donde en una especie de “cuadrilátero de afirmaciones exageradas” se enfrentan, en una esquina los negacionistas absolutos y, en la otra, quienes ofrecen curas milagrosas capaces de erradicar hasta el cáncer. Sin embargo, la realidad de quienes han optado por una tarea simple pero necesaria: -investigar-, indica que su consumo diario y equilibrado puede aportar beneficios reales que vale la pena conocer, ya que ayudan a la prevención de enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes.
Lo que dice la ciencia sobre el apio
El apio, reconocido por su alto contenido de agua y fibra, ha sido estudiado por su potencial efecto antiinflamatorio. Investigaciones publicadas en Journal of Evidence-Based Complementary & Alternative Medicine han destacado compuestos como la apigenina y la luteolina, flavonoides asociados con procesos antioxidantes que ayudan a reducir el estrés oxidativo del organismo. No se trata de un mecanismo que cure enfermedades, pero sí de un apoyo significativo a la salud metabólica y cardiovascular.
Además, estudios en Nutrients señalan que el apio puede contribuir a la regulación de la presión arterial gracias a los ftalidas, compuestos que favorecen la relajación de los músculos arteriales. Consumido de forma diaria, ya sea en jugo, crudo o incorporado en comidas, aporta fibra que mejora la digestión y apoya la microbiota intestinal, un factor clave en la inmunidad general.
El vinagre de sidra de manzana y su respaldo científico
El vinagre de sidra de manzana ha sido estudiado principalmente por su efecto en la glucosa. Ensayos publicados en Diabetes Care muestran que pequeñas dosis antes de las comidas pueden mejorar la respuesta glicémica en personas con resistencia a la insulina. Este efecto no reemplaza tratamientos médicos, pero sí ayuda a estabilizar picos de azúcar y favorecer un entorno metabólico más saludable.
Adicionalmente, investigaciones en Journal of Functional Foods han señalado que el ácido acético puede mejorar la sensación de saciedad y apoyar un control moderado del peso corporal. Su efecto prebiótico también contribuye a un equilibrio intestinal, especialmente cuando se consume sin exceder las cantidades recomendadas por especialistas en nutrición.
Cuando el mensaje de salud se distorsiona
Como ocurre con muchos temas de bienestar, los extremos terminan deformando la conversación. Por un lado, están quienes aseguran que el apio o el vinagre “curan” desde diabetes hasta cáncer, una afirmación refutada por toda evidencia clínica. Este tipo de mensajes no solo engaña, sino que desvía a pacientes de tratamientos realmente efectivos.
En el otro extremo están quienes ridiculizan su consumo, etiquetándolo como inútil o “pseudocientífico”. Este enfoque ignora que numerosas investigaciones reconocidas respaldan sus funciones como coadyuvantes, es decir, como elementos que pueden sumar y apoyar la salud general dentro de un estilo de vida equilibrado.
Consumidos a diario en cantidades razonables, el apio y el vinagre de sidra de manzana no son milagros ni modas vacías: son herramientas naturales con beneficios comprobados que, integradas con criterio, pueden ayudar al organismo a funcionar mejor y a fortalecer el bienestar a largo plazo.
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