En una sesión marcada por la volatilidad tecnológica, un inesperado tropiezo bursátil volvió a poner en duda el impulso del sector, pese al entusiasmo general por la inteligencia artificial. La reacción del mercado evidenció la sensibilidad de los inversionistas ante cualquier señal de desaceleración corporativa.
Las acciones de Oracle cayeron alrededor de 11% después de que la compañía reportara ingresos trimestrales por $16,060 millones, por debajo de los $16,210 millones estimados por analistas de LSEG. El retroceso golpeó a otras firmas vinculadas a la IA: Nvidia descendió 1.5%, Micron perdió cerca de 2% y CoreWeave cerró con una baja de 0.9%. La decepción contrasta con el protagonismo que Oracle ganó en septiembre tras recaudar $18,000 millones en una de las mayores emisiones de deuda del sector y firmar un acuerdo de $300,000 millones con OpenAI.
Las dudas se intensificaron ante sus agresivos planes de infraestructura, financiados con miles de millones en préstamos destinados a centros de datos en Nuevo México y Wisconsin. Según Citi, Oracle recaudará entre $20,000 y $30,000 millones en deuda anual durante los próximos tres años. Aun así, el director financiero, Doug Kehring, aseguró que mantendrán el grado de inversión y destacó alternativas para reducir presión financiera: “los clientes pueden traer sus propios chips… y los proveedores pueden
alquilarlos en lugar de venderlos”.
Oracle proyecta $50,000 millones en gastos de capital para el año, frente a $35,000 millones previos, mientras su flujo de caja libre fue negativo en $10,000 millones, muy por debajo de las expectativas. Analistas de Wedbush calificaron la caída como una oportunidad, señalando que la demanda por IA sigue “muy sólida y saludable”.
El episodio refleja la brecha entre la ambición del sector y los ritmos financieros necesarios para sostenerla, un equilibrio que seguirá definiendo la confianza del mercado.
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