En un ambiente político marcado por la polarización y el énfasis en la seguridad nacional, el presidente Donald Trump volvió a colocar la inmigración en el centro del debate durante un mitin en Pensilvania, donde buscaba reforzar la confianza de su base respecto a su gestión económica. El mensaje económico, sin embargo, quedó eclipsado por declaraciones que reabrieron una polémica global.
Trump recordó públicamente, por primera vez, el episodio de 2018 en el que se le atribuyó haber llamado a Haití, El Salvador y naciones africanas “países de mierda”, una frase que entonces negó enfáticamente. Esta vez no solo evocó el comentario, sino que lo reivindicó ante la multitud. “¿Por qué solo aceptamos gente de países de mierda? ¿Por qué no podemos traer gente de Noruega, Suecia…?”, dijo entre risas. Luego añadió: “Siempre llevamos gente de Somalia. Lugares que son un desastre, ¿verdad? Sucios, asquerosos, repugnantes, plagados de delincuencia”.
El mandatario vinculó sus afirmaciones con una pausa en lo que describió como “migración del Tercer Mundo” y retomó críticas hacia Afganistán, Haití y Somalia. El comentario de un asistente que gritó “infiernos” provocó la risa del presidente, quien volvió sobre la controversia que en su primer mandato generó condenas internacionales. En aquel momento, la ONU calificó sus palabras de “racistas”, reflejando la ola de rechazo interno y externo.
La retórica del mitin se produjo días después de una serie de publicaciones en redes sociales, emitidas la noche de Acción de Gracias, en las que el presidente afirmó que suspendería de manera permanente la migración desde “todos los países del Tercer Mundo”. Las publicaciones surgieron tras el asesinato de la miembro de la Guardia Nacional Sarah Beckstrom en Washington, D.C., en un ataque donde el sospechoso fue identificado como ciudadano afgano.
En Pensilvania, Trump también atacó al gobernador demócrata de Minnesota, Tim Walz, usando un término degradante asociado a discapacidades del desarrollo. Afirmó que los refugiados somalíes estaban “tomando el control” del estado y arremetió contra la representante Ilhan Omar, refiriéndose a su “pequeño turbante” y afirmando que “no hace más que m…”.
El episodio refleja cómo el discurso migratorio vuelve a escalar en tono e influencia dentro de la campaña, consolidándose como una herramienta central para activar a su base política en un clima electoral altamente sensible.
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