Durante décadas, las calles de Nueva York fueron concebidas principalmente como corredores para vehículos, con escaso margen para peatones, ciclistas o la vida comunitaria. En los últimos años, sin embargo, esa lógica comenzó a modificarse de forma visible, dando paso a un debate más amplio sobre seguridad, sostenibilidad y equidad en el espacio público.
El comisionado del Departamento de Transporte de la Ciudad de Nueva York (NYC DOT), Ydanis Rodriguez, celebró cuatro años de avances que calificó como “históricos” en la transformación de las calles, un proceso que ha coincidido con mínimos sin precedentes en las muertes por accidentes de tráfico.
El alcalde Eric Adams afirmó que su administración llegó con una promesa clara: “Hacer que las cosas sucedan”, y sostuvo que los resultados “son evidentes” para los neoyorquinos de clase trabajadora.
Seguridad vial y movilidad con enfoque en datos
Las calles bajo control del NYC DOT representan cerca del 27% del territorio total de la ciudad, una dimensión que ha permitido impulsar cambios de gran escala. Según la agencia, las muertes por accidentes de tráfico, que a comienzos del siglo XX superaban las 1,000 al año, se han reducido a niveles históricamente bajos. En 2023 se registró el menor número de muertes de peatones de la historia de la ciudad, y las cifras se han mantenido cercanas a esos mínimos hasta 2025.
El comisionado Rodriguez subrayó que la estrategia aplicada es “integral, centrada en la equidad y basada en datos”, y destacó la instalación de un número récord de carriles bici protegidos y la modernización de rutas clave en Manhattan, además de nuevas infraestructuras en zonas tradicionalmente desatendidas como Soundview y East New York. La expansión de la vigilancia automatizada, con cámaras de velocidad operando 24/7 y la cuadruplicación de cámaras de semáforo en rojo, contribuyó a reducir la conducción peligrosa.
Calles como espacios públicos y comunitarios
Más allá de la movilidad, el NYC DOT apostó por reimaginar el espacio urbano. Programas como Summer Streets pasaron de una ruta limitada a Manhattan a un circuito de 35 kilómetros que abarca los cinco distritos. También se ampliaron iniciativas como el Día de la Tierra sin coches y se consolidaron eventos como Fifth Avenue Holiday Open Street.
Uno de los cambios más visibles fue la institucionalización de los comedores al aire libre mediante Dining Out NYC, hoy el programa de este tipo más grande del país, con casi 3,000 instalaciones. En materia de accesibilidad, la agencia lanzó un plan a 10 años para instalar asientos en todas las paradas de autobús, invirtió $600 millones en rampas y colocó 3,000 semáforos peatonales accesibles.
Infraestructura clave y sostenibilidad urbana
El balance de cuatro años también incluye grandes proyectos de infraestructura. El NYC DOT completó la restauración histórica del Puente de Brooklyn con una inversión de $300 millones y avanzó en la rehabilitación de otros puentes estratégicos. En carreteras, se repavimentaron más de 1,150 millas de carriles por año y se repararon más de 600,000 baches, reduciendo casi a la mitad los tiempos de respuesta.
En sostenibilidad, la agencia implementó asfalto con 50% de material reciclado y convirtió toda la flota de ferries de Staten Island a diésel renovable, cinco años antes de lo previsto. Tres nuevos ferries de la clase Ollis se incorporaron al servicio, fortaleciendo la resiliencia del sistema.
Equidad, empleo y transformación institucional
La equidad se convirtió en un eje transversal de las políticas del NYC DOT. La contratación con empresas propiedad de minorías y mujeres pasó de 11% a 37% del presupuesto, beneficiando a más de 400 compañías con más de $400 millones en contratos. Además, un acuerdo laboral histórico con la Asociación de Ingenieros Marinos redujo en 100% los viajes de ferry cancelados por falta de personal.
Los datos muestran que las comunidades de menores ingresos reciben ahora más mejoras de seguridad por milla y registran las mayores reducciones en muertes de peatones. “Hemos logrado avances históricos en el diseño de calles para la Ciudad de Nueva York de 2050, no la de 1950”, afirmó Rodriguez.
El balance presentado no solo refleja cifras y proyectos, sino un cambio sostenido en la forma de entender la calle como un espacio compartido, donde seguridad, accesibilidad y vida urbana avanzan juntas hacia una ciudad más habitable.
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