En el Caribe y el Atlántico occidental, una serie de movimientos coordinados ha comenzado a reordenar las rutas habituales del comercio energético. Más allá de los anuncios oficiales, los hechos se han sucedido con rapidez, dejando una secuencia clara de abordajes, persecuciones y advertencias que mantienen en vilo a la industria petrolera y a los gobiernos involucrados.
La escalada comenzó el 10 de diciembre, cuando fuerzas estadounidenses incautaron el petrolero Skipper, sancionado previamente por transportar crudo iraní. El buque, que navegaba con bandera falsa, fue abordado con una orden judicial federal y escoltado hasta Galveston, Texas, donde permanece bajo control estadounidense. Un funcionario confirmó que, por ahora, el petróleo a bordo no ha sido confiscado, ya que “eso requeriría un proceso legal separado”.
Del Centuries a la persecución del Bella 1
El siguiente episodio ocurrió el sábado posterior, cuando la Guardia Costera abordó al Centuries, un petrolero con bandera panameña que había cargado entre 1.8 millones y 2 millones de barriles de crudo en Venezuela. A diferencia del Skipper, el Centuries no figuraba en listas de sanciones y no existía una orden judicial previa. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, sostuvo que se trataba de “un barco con bandera falsa que operaba como parte de la flota fantasma venezolana para traficar petróleo robado”. Washington aún evalúa si retendrá el buque de forma prolongada mientras verifica su registro.
Horas después, se produjo el caso más delicado. La Guardia Costera intentó interceptar al Bella 1, un VLCC sancionado por Estados Unidos en 2024 por su participación en el comercio de petróleo iraní. Según funcionarios, el buque navegaba sin bandera válida, lo que lo convertía en apátrida. Las autoridades contaban con una orden de incautación, pero el petrolero no se sometió al abordaje y huyó hacia el noreste del Atlántico.
Durante la noche del domingo, el Bella 1 emitió más de 75 señales de socorro a más de 480 kilómetros de Antigua y Barbuda, sin que hasta ahora haya sido capturado. Funcionarios explicaron que la interdicción no se concretó porque el buque se mantuvo en aguas internacionales abiertas y continuó navegando, evitando el contacto físico con las fuerzas estadounidenses.
El presidente Donald Trump ha prometido un “bloqueo total y completo” a los petroleros sancionados que operen con Venezuela, una política que ya afecta a cerca del 70% de sus exportaciones de crudo. Sin embargo, mientras algunos buques son incautados y otros retenidos, el caso del Bella 1 demuestra que la estrategia aún enfrenta límites operativos y legales, dejando abierta la incógnita de si Washington logrará cerrar por completo el cerco marítimo o si estas persecuciones marcarán una fase prolongada de presión sin desenlace inmediato.
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