Estados Unidos alcanzó esta semana el techo de deuda pública de $31.4 billones. Llegar a este límite significa que el país no podrá solicitar más dinero prestado, a menos que el congreso apruebe cambiar el límite o suspenderlo.
Legisladores como Marjorie Taylor Greene, de Georgia, han intensificado las preocupaciones sobre un posible incumplimiento en el próximo verano. Entre tanto, el Departamento del Tesoro de los EEUU está desplegando medidas “extraordinarias” para seguir pagando sus cuentas, pero esas opciones pueden agotarse en junio.
Esta situación no es inusual ya que desde 1960 el gobierno ha movido este tope en 78 ocasiones, incluidas tres durante el último semestre. Sin embargo, el actual ambiente en el congreso no es favorable, ya que los republicanos acaban de tomar el control de la Cámara de Representantes y entre otras cosas, piden recortes de gastos. Esto hace pensar que la respuesta se podría tardar más de lo previsto y EEUU entraría en “default” (cesación de pago de la deuda) por primera vez en su historia.
Por ahora, el Departamento del Tesoro de EE.UU. puede manejar la situación tomando medidas para evitar que realmente se sobrepase este techo. En el pasado se han implementado acciones como suspender algunas inversiones para luego cubrir esos fondos en una fecha posterior.
“El incumplimiento de las obligaciones del gobierno causaría un daño irreparable a la economía estadounidense, los medios de subsistencia de todos los estadounidenses y la estabilidad financiera mundial”, advirtió recientemente la secretaría del tesoro de los EEUU, Janet Yellen.
La funcionaria subrayó la urgencia de la tarea del Congreso y pareció representar un intento de disuadir a cualquier legislador de jugar con la idea de un incumplimiento. Los miembros del House Freedom Caucus, de extrema derecha, ya prometieron oponerse a un aumento del techo de deuda.
“No podemos elevar el techo de la deuda”, dijo el martes el congresista de Arizona Andy Biggs . “Los demócratas han gastado descuidadamente el dinero de nuestros contribuyentes y han devaluado nuestra moneda. Han hecho su cama, así que deben acostarse en ella”.
Una situación parecida se vivió en 2011 y provocó que la agencia de calificación crediticia S&P rebajara la calificación del país, lo cual fue una novedad para los EEUU. Los analistas han estimado que los retrasos ese año hicieron que el costo de los préstamos para el Tesoro de EEUU aumentará en al menos $1,300 millones, debido a que los compradores de bonos de deuda pública exigieron tasas más altas para compensar la alta incertidumbre.
La lucha de 2011 se resolvió cuando Barack Obama acordó recortar gastos por valor de más de $900,000 millones, y por tanto el límite de la deuda se redujo en similar cantidad.
Se estima que las medidas especiales que tome el Departamento del Tesoro durante el presente año deberán implementarse durante el primer semestre, ya que luego de esa fecha el gobierno ya no podría pagar sus cuentas y ese sería un escenario catastrófico. Llegar a ese punto implicaría, por ejemplo, interrumpir pagos esenciales como los de contratistas de defensa, cheques del seguro social, salarios de empleados gubernamentales, incluyendo a los militares.
Una “Default” podría arruinar la confianza de los mercados hacia los EEUU. El gobierno tendría que pagar mucho más a los tenedores de sus títulos de deuda pública, ya que un mayor riesgo implica una mayor rentabilidad. El dólar estadounidense perdería valor frente a otras monedas (devaluación), y haría la deuda aún más costosa, ya que se requerirían más dólares para pagar las obligaciones en moneda extranjera.
El concepto de techo de deuda se introdujo por primera vez en 1917, como una forma de darle flexibilidad al gobierno para recaudar dinero durante la Primera Guerra Mundial. En teoría, este límite lo aprueba el Congreso como una forma de controlar los gastos del gobierno.
Con el transcurrir del tiempo y debido a la polarización política, la deuda pública se ha vuelto una ficha de ajedrez clave que cada grupo político se disputa para demostrar control.